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jueves, 19 diciembre, 2024
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Historia de Puerto Real: Las defensas de Puerto Real a fines del siglo XVI (II)

Comenzamos a considerar en los párrafos del anterior texto de esta serie algunos de los aspectos relativos a la cuestión defensiva de La Villa realenga de Puerto Real a finales del siglo XVI, esto es, sobre el Puerto Real que contaba -como realidad administrativa municipal con entidad propia e independencia respecto a Jerez de la Frontera, a cuyo enorme término municipal pertenecían las tierras hoy portorrealeñas hasta 1483, cuando fueron segregadas del gran realengo xericiense por la Corona de Castilla por las razones que han sido estudiadas (y puestas negro sobre blanco) por historiadores como Juan Moreno de Guerra y Alonso o el profesor Antonio Muro Orejón (a quienes cabe considerar como los padres de la Historiografía local portorrealeña, a principios y mediados del pasado siglo XX, respectivamente)- con alrededor de un siglo de existencia (cien años marcados por la lucha por conseguir un espacio propio lejos de la sombra de la ciudad y Concejo de Jerez, que trataría hasta mediados del referido siglo XVI de seguir manteniendo subyugada -y sometida y sujeta por ende a su control- a la nueva Villa Realenga de Puerto Real, en contra de los intereses del Estado, que la generaron como espacio administrativo propio), unas razones que hemos considerado con anterioridad en diversos trabajos y sobre las que sin duda habremos de volver (más pronto que tarde) en párrafos por venir en futuros artículos de esta misma serie, de este mismo espacio de “Puerto Real Hoy” (un espacio que tanto hace -y desde hace tanto- por la socialización del conocimiento histórico e histórico-patrimonial en, sobre y desde Puerto Real)[1].

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Ilustración de la Batalla de Lepanto, 1571
Ilustración de la Batalla de Lepanto, 1571

Hablábamos de las necesidades de la defensa de un espacio de frontera, el de las costas gaditanas y el ámbito del Estrecho de Gibraltar, junto a la frontera terrestre suroriental de los reinos de Sevilla (cristiano) y Granada (musulmán)[2], desde mediados del siglo XIII (con las conquistas de Sevilla y del ámbito del occidente onubense y gaditano por Fernando III el Santo y Alfonso X el Sabio, respectivamente), hasta finales del siglo XV[3], un espacio en el que se inserta la geografía portorrealeña, antes y después de la Fundación de la Real Villa ya en las postrimerías del siglo XV como es sabido.

Pese a los esfuerzos de la Corona de Castilla a lo largo de los siglos XV y (sobre todo, ya bajo el reinado de Felipe II) XVI, por garantizar en la medida de lo posible la seguridad del litoral atlántico andaluz frente a las incursiones de elementos hostiles de allende la mar (especialmente frecuentes desde las costas del Norte del actual Marruecos, como hemos señalado), esta relativa indefensión en la que se hallaban las localidades costeras andaluzas, de lo que Puerto Real y la Bahía de Cádiz eran un buen ejemplo (un estado de indefensión que se repetía por todo el contexto del litoral atlántico y mediterráneo de Andalucía), habría de ser durante no poco tiempo un tema de atención e interés para el Consejo de Guerra y para la administración del Estado; así, y por ello, el rey Felipe II ordenaría en 1577 que se llevase a cabo una inspección de la costa comprendida entre Gibraltar y Ayamonte, con vistas a conocer el estado defensivo de dicho espacio, siendo el encargado de realizar la misma el comendador Luis Bravo de Laguna, director de fortificaciones, a quien se encomendaría observar la situación sobre el terreno y aportar ideas acerca de las soluciones y remedios posibles para corregir la situación atendiendo a las necesidades existentes, una misión que el citado Bravo de Laguna llevaría a cabo entre los meses de marzo y agosto del referido año 1577.

Ilustración de Felipe II en 1557.
Ilustración de Felipe II en 1557.

Los sistemas defensivos existentes en el territorio portorrealeño en el contexto de la primera mitad del siglo XVI no están aún del todo bien estudiados (y por ende definidos) hoy por hoy[4]. Las fuentes históricas nos hablan de la existencia de una primitiva torre, la torre de Gonzalo Díaz, ya en el siglo XIV, como posible antecedente de dichos sistemas de defensa en el contexto de lo que habría de ser andando el tiempo el núcleo urbano portorrealeño, o del baluarte que Carlos I en 1534 ordenó construir a la ciudad de Jerez de la Frontera como contribución a la defensa de la Bahía, en el pago de La Matagorda, una torre inicialmente proyectada como circular, para ofrecer menos resistencia al oleaje (y a la artillería de la época) que las edificaciones con ángulos, ello por no hablar (ya en un contexto de interior, no en el ámbito del litoral portorrealeño) de la Torre del Berroquejo (torre medieval adscrita al sistema de control, vigilancia y defensa de la campiña y del limessic– de los reinos de Sevilla y Granada en tiempos medievales), hoy en término municipal de Jerez, en la campiña interior de nuestra Villa, una estructura a la que podemos considerar (tal y como señalamos) como parte integrante de los sistemas defensivos localizados en tierras hoy portorrealeñas en época medieval.

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Lo cierto es que la realidad defensiva portorrealeña en el año 1577, hacía gala (por así decirlo) de una más que sensible falta de infraestructuras que sirviesen a tales fines; obviando el debate relativo a la posible existencia material de una “cerca” de la Villa (al margen de diversas reflexiones teóricas sobre la misma y a la posibilidad de “cercar” materialmente el casco urbano de la población por el expediente de instalar estructuras deperibles –de mayor o menor grado de solidez- lígneas o pétreas, o combinadas (con el uso de ambos materiales, la madera y la piedra), en las “bocacalles” del casco de la localidad), se habría tratado de una población abierta, sin murallas (y ello pese a la mención que se hace en la Carta-Puebla fundacional –en 1483- de poder disponer la Villa de muros y puertas torreadas).

Imágen aérea de Puerto Real
Imágen aérea de Puerto Real

Además, y según se viene a desprender de los párrafos del citado Bravo de Laguna, la Villa habría estado carente de toda fortificación, pues incluso la torre de La Matagorda, o bien para esa época había sido destruida, o bien pocas décadas después del fin del reinado del emperador Carlos V aún no se había concluido, o bien incluso ni siquiera había llegado a iniciarse su construcción (pese a las disposiciones imperiales), lo cual llevaría al propio visitador Bravo de Laguna a tomar medidas urgentes, instando a que se construyera de inmediato una torre atalaya en el referido pago de La Matagorda (un espacio expuesto, en la parte más externa del saco interior de la Bahía), así como a que se reforzara el carácter fortificado de la iglesia parroquial de San Sebastián (que se considerase de forma más firme las potencialidades de dicha iglesia como baluarte de defensa de la localidad).

En cuanto al componente militar humano, la situación parecía ser menos preocupante que en lo relativo a las fortificaciones materiales, ya que la Real Villa habría sido capaz de movilizar en caso necesario a un contingente de hombres superior al medio millar.

Así pues, sobre la estancia del comendador Bravo de Laguna en la Villa de Puerto Real a principios del referido año de 1577, reinando en España Felipe II, sobre sus reflexiones y apuntes en relación con la situación de la defensa en nuestras tierras, seguiremos tratando en los párrafos del próximo artículo de esta serie.

Referencias

[1] Para lo relativo al historiador portorrealeño Juan Moreno de Guerra (asesinado en las “sacas” de Madrid, en 1936 (unas “sacas” y unos asesinatos llevados a cabo al margen de la legalidad republicana, un asunto en el que aún se encuentra sujeto a debate el papel desempeñado por personas relacionadas con el Partido Comunista de España -PCE- y del desaparecido Santiago Carrillo), en el contexto de la Guerra Civil española) remitimos a nuestro artículo “Notas sobre Juan Moreno de Guerra y Alonso, historiador de Puerto Real, publicado en “Puerto Real Hoy” [https://puertorealhoy.es/notas-sobre-juan-moreno-de-guerra-y-alonso-historiador-de-puerto-real/], hace ahora un año, el 14 de enero de 2017; para Antonio Muro (el verdadero y principal “padre” de nuestra Historiografía local), hacemos lo propio con otro texto de nuestra autoría (sin perjuicio de otros espacios que hayan tratado su figura) también publicado en “Puerto Real Hoy”, titulado “Historia de Puerto Real: don Antonio Muro, historiador. Algunas notas”, [https://puertorealhoy.es/historia-de-puerto-real-don-antonio-muro-historiador-algunas-notas/] el día 4 de junio de 2016; hemos, además, abordado en muy diversos espacios (diferentes artículos aparecidos en formatos y medios distintos, dentro y fuera de Puerto Real, a lo largo de estos últimos 20 años) el tema relativo a las razones de la Fundación de Puerto Real en 1483 por los Reyes Católicos (bien definido por el profesor Muro y por Moreno de Guerra en sus trabajos); traeremos a colación ahora únicamente la referencia sobre tres de dichos textos, también aparecidos en esta misma serie, en “Puerto Real Hoy”, como son los artículos “Notas sobre la Fundación de Puerto Real en la geoestrategia de la Corona de Castilla a fines del siglo XV”, [en https://puertorealhoy.es/notas-sobre-la-fundacion-de-puerto-real-en-la-geoestrategia-de-la-corona-de-castilla-a-fines-del-siglo-xv/], publicado el 28 de enero del pasado año 2017; “El marqués de Cádiz, La Argamasilla y Puerto Real”, aparecido en fecha tan reciente como el día 30 de diciembre de 2017, [en https://puertorealhoy.es/el-marques-de-cadiz-la-argamasilla-y-puerto-real/], y “Notas acerca de los primeros pobladores de Puerto Real”, que viera la luz este mismo mes de enero, el Día de Reyes, siendo el primer artículo de Historia de nuestra autoría que ha visto la luz en este mismo año 2018, [y disponible para los lectores en https://puertorealhoy.es/notas-acerca-de-los-primeros-pobladores-de-puerto-real/].

[2] Una frontera terrestre de la que dan fe los nombres de no pocas poblaciones de este entorno, como veíamos en el artículo anterior, que llevan las palabras “de la Frontera” en sus denominaciones, como sucede en los casos de las localidades gaditanas de Jerez, Arcos, Chiclana, Conil o Vejer, por ejemplo.

[3] Con la victoria castellana en la guerra de Granada -y su incorporación a los reinos hispánicos- y la definitiva desaparición del poder político islámico en el ámbito de la Península Ibérica y, con ello, de la Europa Occidental, con la consecuente restitución de estos territorios a la tradición cultural latina, mediterránea, heredera del Mundo Clásico, a la que pertenecían y de la que formaban parte, tras el dilatado (exógeno y ajeno a la realidad cultural de esta geografía) hiato musulmano-arábigo.

[4] Al respecto pueden consultarse las Actas de las diferentes Jornadas de Historia de Puerto Real, donde se encontrará la parte del león de las referencias bibliográficas al respecto.

Manuel Parodi
Manuel Parodi
Doctor Europeo en Historia, arqueólogo. Gestor y analista cultural. Gestor de Patrimonio. Consultor cultural.

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