“Convertir Puerto Real en el Estocolmo de la Bahía” así era el eslogan utilizado por la formación que lidera Antonio Gil en las elecciones municipales de 2023. En principio, la idea no parece mala, los países escandinavos siempre han sido un referente en todos lo que a asuntos sociales y de bienestar se refieren. El problema es que del dicho al hecho hay un trecho. Lo único que tiene Puerto Real de parecido a la capital de Suecia es que un “sueco” se ha instalado en el equipo de gobierno municipal, o dicho de otro modo: montaron una confluencia y uno no se enteró de qué iba el “cuento”.
El pleno de enero no dejó indiferente a nadie, pero sobre todo a los vecinos de la plaza Manuel Bermúdez Aleu, los cuales mostraron al equipo de gobierno su malestar ante el “tapado”, por parte de la brigada municipal, que había padecido el segundo apellido de tan querido vecino. El descontento vecinal era evidente, ya que los vecinos no entendían ni encontraban explicación a tal hecho. Ni la memoria histórica (ya que Manuel era hijo de un republicano fusilado por el bando nacional en la guerra civil) ni ningún motivo, aparentemente, relevante pudiese dar cobertura al hecho acaecido. Ante la demanda de explicaciones, la respuesta vino de la mano del concejal de Infraestructuras, arbolado, memoria democrática, archivo, informática y estadística del consistorio, Antonio Gil. El edil expuso como motivo que (cito literal): “por las informaciones que me han llegado, al parecer, tuvo relación con la falange”. ¿En serio? ¿Un representante municipal puede ejecutar una acción de esas características por simples rumores? .Apelando a mi formación como historiador, y entendiendo que el concejal forma parte del gremio, mi perplejidad se hace aún mayor, debido a que lo primero que debe tener un historiador es rigor histórico. La investigación debe estar bien fundada y documentada. No valen dimes y diretes, siendo esto último en lo que se ha basado el malrepresentante municipal para ejecutar tal tropelía.
El problema se enquista más cuando no solo no era falangista, sino que su padre era un represaliado republicado, fusilado por el bando nacional en la guerra. ¿Acaso un hijo de represaliado republicano se convertiría al bando que mató a su padre? . La verdad es que ni por la mera lógica se sostiene tal acción ejecutada por este concejal. A todo esto, la alcaldesa, en el pleno alegó que desconocía dicha acción… esa es otra. Si no fuera una cosa seria, esto parece una escena de Manolo y Benito o de Gila. Pero no, esta situación ha ocurrido en el consistorio de la Villa.
Por día, mi asombro es mayor ante estos dirigentes. Si no fuera por el lugar tan importante en las que ocurren, estas situaciones son tan inverosímiles como cómicas. Creo que la seriedad, brilla por su ausencia, y lo único en claro que se puede sacar de este esperpéntico episodio es que hay que tener un respeto por los vecinos del norte de Europa, no tienen culpa de la inaptitud de tal representante. Y por favor, un poco de seriedad y compromiso que sois representantes públicos, aunque nos mal representéis.