La existencia en la Antigüedad (y especialmente en época romana) de una más que notable actividad relacionada con la producción y la exportación de varios productos (fundamentalmente salazones y salsas saladas de pescado [el famoso garum], vino y derivados e incluso -aparentemente en menor medida- también de aceite) centrada en el marco de la Bahía de Cádiz, y en el seno de dicho contexto espacial, en el actual territorio portorrealeño, está bien atestiguada por los no pocos yacimientos arqueológicos de época romana situados en el moderno término municipal de Puerto Real y por diversos testimonios epigráficos mencionados. En los próximos artículos trataremos de acercarnos a dichas actividades a través de la persona (y la familia) de L. MEVIVS FAVSTVS (esto es, Lucio Mevio Fausto), un empresario romano perteneciente a una rica familia que contaba con notables intereses económicos (estrechamente relacionados con la propiedad de tierras y con las actividades productivas y comerciales) en el referido marco del actual término portorrealeño.
Hemos de comenzar estos párrafos señalando que el sello de identificación (un equivalente, sui generis, de las modernas etiquetas y códigos de barras de los actuales envases) del origen, contenido y envasador -así como del propietario y la inspección oficial- de los contenedores cerámicos (i.e., esencialmente las ánforas) destinados al transporte de líquidos -y sólidos- no aparece en todos y cada uno de los envases que se encuentran, siendo más propio de unas épocas, lugares y productos envasados que de otros; bien es verdad que la información que los restos cerámicos nos ofrecen debe aún cimentarse en buena medida sobre la tipología de los mismos y los datos de los textos que presentan (inscritos y/o pintados), todo lo cual debe combinarse con el estudio de las pastas cerámicas (amén del lugar del hallazgo y su contexto, así como los contenidos posibles, residuales, como pastas adheridas o incluso, dependiendo del caso, materiales orgánicos animales y vegetales, como espinas de pescado o semillas –pepitas de uva, por ejemplo), con vistas a identificar con la mayor precisión posible los lugares de procedencia, los centros de producción anfórica y las posibles líneas comerciales existentes y su evolución a lo largo de los siglos de la Romanidad, gracias a todo lo cual será posible seguir avanzando y abundando en el conocimiento de la realidad cotidiana de nuestros antepasados de hace dos mil años (en el contexto cronoespacial al que atendemos en estas líneas, esto es, la Bahía de Cádiz en época altoimperial romana); de esta manera, la información textual (bien que mínima) que las ánforas (algunas ánforas) presentan sobre su superficie pueden revelar una información de notable calidad -y volumen.
El ya mencionado Lucio Mevio Fausto [Lucius Mevius Faustus] fue un comerciante de salazones cuyo nombre se muestra en algunas estampillas (bajo algunas formas distintas como “FAVSTI” y “L. ME. FAVS…”) sobre ánforas pertenecientes al tipo Dressel 8 (salsarias) halladas en el portorrealeño yacimiento del “Pinar de Villanueva” (localizado en el Barrio de Jarana). Encontramos de este modo una primera y muy directa conexión entre el entorno del actual Puerto Real y la familia de los Mevii Fausti, quienes -a través precisamente de la actividad de este mismo Lucio- habrían jugado sus cartas y defendido sus intereses en el jugoso (nunca mejor dicho) y lucrativo negocio de la exportación de salazones y salsas saladas de pescado (y las ramificaciones, fundamentales, del mismo en la Bahía de Cádiz), que sabemos por el geógrafo Estrabón (contemporáneo de Augusto y, por tanto, de Cristo) que venía a representar una de las más relevantes actividades económicas de los habitantes de las costas del Estrecho de Gibraltar (y del litoral del Golfo gaditano en general: en este sentido el geógrafo amasiense -natural de la ciudad anatolia de Amasia, en el Occidente egeo de la actual Turquía- se detiene a detallar la riqueza pesquera de los mares de Cádiz en su época), junto a la industria de la construcción naval (ya por entonces floreciente, de tomar en consideración las palabras del citado geógrafo augústeo).
Pero no son éstos los únicos testimonios de la actividad de los Mevii Favsti en el actual término municipal portorrealeño, puesto que hemos de contar además con un sello que presenta la marca “L. M. (…)” en ánforas destinadas a la salazón de pescado y sus derivados salsarios (que pertenecen al tipo usualmente denominado Beltrán IIA), unas piezas cerámicas halladas igualmente en el contexto del mismo sitio arqueológico antedicho, esto es, el portorrealeño yacimiento romano del “Pinar de Villanueva”.
Veíamos los nombres de algunos miembros de esta familia de los Mevii en diversas ánforas halladas en Puerto Real (más concretamente en la zona del Barrio Jarana). Por lo que respecta a la cronología relativa a dichos contenedores cerámicos, podemos ceñirnos a la establecida por E. García Vargas, quien estima que las “Dressel 8” (en las que veíamos aparecer los tituli de los MEVII) pueden datarse en el tercio central del siglo I d.C., entre el reinado de Claudio (41-54 d.C.) y la primera década de la Dinastía Flavia (69-79 d.C.), mientras la marca “L.M. (…)” [que es una abreviatura de Lucius Mevius] correspondería a un momento concreto e inmediato, esto es, al último cuarto de ese mismo siglo I d.C. El citado profesor García Vargas [en su estudio “Las ánforas de El Gallinero (Puerto Real) en el contexto de las producciones de la Bahía de Cádiz”, publicado en 1996 en las Actas de las III Jornadas de Historia de Puerto Real. Puerto Real] afirma que en este Lucius Mevius encontramos al propietario de las ánforas; la marca “FAVSTI”, recordemos, se encuentra sobre ánforas de tipo “Dressel 8”, mientras la marca “L.M.(…)” podemos encontrarla sobre ánforas del tipo “Beltrán IIA”.
De esta forma, es posible observar una continuidad en la actividad de este negotiator (perteneciente a una familia de exportadores) durante toda la segunda mitad del siglo I de la Era, coincidiendo con la mayor implantación y el fortalecimiento de los lazos económicos entre la ya provincia Baetica Felix (desde la reforma augústea, organizada como tal a fines del siglo I a.C.) y el Estado Romano. En efecto, en este momento la Bahía de Cádiz empezaría a recoger los frutos de la intensa actividad desarrollada merced a la implantación de los modos económicos romanos, de manera que no sería presumiblemente hasta el primer cuarto del siglo I d.C. cuando la exportación de producciones desde este entorno hacia el resto del Imperio (principalmente hacia la propia ciudad de Roma y el Limes [la frontera] del Rhin, el latino río Renus) alcanzaría un volumen (organizado) considerable de la mano, finalmente, de la economía annonaria imperial.
Si consideramos que las marcas “L. ME. FAVS (…)”, “FAVSTI” (que aparecen en las “Dressel 8”) y “L. M. (…)” (de las ánforas de tipo “Beltrán IIA”) corresponden a un mismo individuo, lo cual es muy probable, dado que se trata del mismo yacimiento (el del Pinar de Villanueva, en el término municipal de Puerto Real), la misma actividad (exportación de salazones), el mismo producto (envases cerámicos destinados a contener salazones) y la misma cronología (avanzando en el tiempo en una secuencia de aproximadamente medio siglo); caso de no corresponder al mismo individuo, no deberían producirse dudas tampoco acerca de la existencia de una familia dedicada al negocio, una familia que mantendría su vinculación con la actividad (y con la campiña portorrealeña) a lo largo de los años.
Al mismo tiempo, podríamos ver en estos MEVII FAVSTI no sólo a unos simples exportadores (en su faceta de negotiatores) y/o propietarios de las ánforas y su contenido, sino a propietarios de tierras (y/o de instalaciones para la salazón del pescado, las denominadas cetariae) en el actual término municipal de Puerto Real que se dedican a exportar bien sus propias producciones, bien éstas en combinación con las ajenas (caso en el que sí trabajarían como negotiatores), especialmente cuando no se trata tan sólo de salazones y salsas saladas de pescado sino que puede tratarse incluso de otros productos tales como el vino (y sus derivados), o el aceite.