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jueves, 21 noviembre, 2024
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Reflexiones en torno a Sacrana-Xarrana-Jarana (III)

Como señalábamos en el precedente artículo de esta serie dedicada a otro de los jalones esenciales de las señas de identidad (y de continuidad histórica del término municipal de Puerto Real), teniendo en cuanta el actual status quaestionis de la investigación y el conocimiento de las cosas, es de considerar que el debate en lo que atañe a Sacrana (insistimos, de existir tal debate) no sólo gira en torno a la ubicación física de “Sacrana” y de “Rayana” (como decíamos en el texto anterior, en lo que respecta a su/s posible/s localizacione/s hipotéticas y/o reales), sino en torno a su la misma existencia de dos realidades físicas distintas entre sí, disociadas entre sí, coexistentes en el tiempo, posiblemente contemporáneas, y muy probablemente cercanas (si no vecinas, limítrofes) en lo físico, todo ello en el contexto del ámbito oriental y sudoriental del saco meridional de la Bahía de Cádiz, estando localizadas (ambas entidades poblacionales y toponímicas) también posiblemente en un espacio englobado en el actual término municipal de Puerto Real.

Libro de Juan Abellán.
Libro de Juan Abellán.

De este modo, y al hablarse en términos laxos sobre la identidad de la nueva población de Puerto Real (existente como tal, y con entidad administrativa, legal, tan solo desde 1483), el emplazamiento físico de la misma en el seno de un término municipal propio[1] y las hipotéticas realidades poblacionales (las “alquerías” o “almunias” o “alcarrias” o “aldeas” o “aldehuelas”) preexistentes en dicho entorno inmediato[2], no hemos encontrado más que lugares comunes (protagonistas tanto como víctimas de una repetición y superposición de tópicos…, de lugares comunes en la historiografía local tradicional) hasta no hace tanto; aunque el panorama es relativamente distinto en el momento presente, no deja de sorprender que no sea factible aún identificar con plenas garantías de éxito (esto es, de certeza plena) el emplazamiento de “Sacrana” y de “[¿Regiana?/¿Regina?]-Rayana”; en este sentido y por lo que respecta a las interpretaciones actualmente vigentes, podemos señalar cómo Fierro (1991) y Abellán (1996, 2004, 2005) se inclinan por la hipótesis de la existencia de una “Xarrana” (o “Sarrana”), en el actual término municipal de Puerto Real[3], cuando no por la existencia diferenciada de dos alquerías con los nombres de Sarrana/Xarrana (por una parte), emplazada en territorio que luego habría de ser de Puerto Real, y Rayhana (por otra) en tierras de La Puente, unas tierras “rayhanenses” que serían desde 1303 parte del entonces recién creado municipio de Chiclana de la Frontera (Abellán, 2004: 74-75)[4]. El eminente medievalista (catedrático de la UCA) Alfonso Franco Silva (1995: 11-ss.) ya señala cómo “Rayhana” habría pertenecido al Lugar de La Puente (en término municipal de San Fernando, hoy día), de acuerdo con la concesión hecha por Alfonso XI del señorío de dicha alquería de Rayhana a su criado Gonzalo Díaz de Sevilla en 1335 (una concesión regia confirmada finalmente en 1338).

Alfonso Franco abunda además en las características de esta breve donación, señalándonos cómo tras ser concedida en 1335 y confirmada en 1338, Gonzalo Díaz la habría restituido al concejo de La Puente en 1344 y, siguiendo a Cristelly y especialmente a Zurita[5] señala asimismo cómo Alfonso XI habría concedido a su criado “…sólo una parte de la tierra de la Isla…”, sin jurisdicción (la jurisdicción habría sido conservada por el concejo de La Puente, con lo que se trataría de un señorío sólo territorial, no jurisdiccional); en cualquier caso, Franco Silva no trata en esas páginas acerca de la existencia en sí de la aldea de Sarrana-Xarrana-Jarana, quizá englobada en las alquerías despobladas de las que sí hace mención el mismo autor (Franco Silva, 1995, pg. 11) y que habrían existido por la época de la donación a Gonzalo Díaz en el entorno costero de la actual provincia de Cádiz, en el ámbito de la Bahía gaditana, en la primera mitad del siglo XIV (tan poco conocido aún en lo que respecta y se refiere a la realidad -por entonces aún no articulada administrativamente, tal y como habría de serlo merced a la Fundación castellana de 1483- de las tierras (y gentes) de la futura Villa de Puerto Real)[6].

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Alfonso XI lucha contra Mohamed IV de Granada.
Alfonso XI lucha contra Mohamed IV de Granada.

Entre estos núcleos (poblados o no) de reducida envergadura, entre estas alcarrias, aldeas o alquerías cabe señalar de acuerdo con H. Sancho de Sopranis[7] (existen otras interpretaciones, que igualmente tratamos de recoger en estos párrafos) las de Villarana, Bayna, Campix, Finogera y Grañina, en El Puerto de Santa María, Poblanina y Fontanina en Puerto Real o Casarejos en Jerez de la Frontera, junto a otras de más difícil adscripción y ubicación física, como puedan aún seguir siendo las de “Marchal-Tamarit” o “Marchal-Grasul”[8].

F.J. Lomas Salmonte y R. Sánchez Saus por su parte presentan un panorama en el que de nuevo encontramos a Rayana como soporte de la repoblación fallida del marqués de Cádiz (primero) y exitosa (luego) de la Corona castellana (entre 1480 y 1483). Otro topónimo que aparece en este contexto es el de “La Argamasilla” (que quizá se encuentre -pero en este caso literalmente- bajo el actual solar del Casco histórico de la Real Villa)[9]; según la información manejada por Lomas y Sánchez Saus, Cádiz habría intentado (bajo el mandato de Rodrigo Ponce de León el Viejo) rehacerse en 1481 con unas tierras que habrían sido suyas (recordemos el alfoz gaditano dispuesto originalmente por Alfonso X en 1262) y que, en algún momento de la historia particular de estos territorios habrían sido usurpadas por el concejo de Jerez (esto es, entre los finales del siglo XIII y estos fines del XV). El marqués de Cádiz habría repartido tierras en este contexto entre la “Fuente de la Figuera” [10] y la “Argamasilla”, hasta la “Torre de Gonzalo Díaz”, especificándose hasta las distancias mediante tiros de artillería (bombarda)[11].

Rodrigo Ponce de León. Plaza Mayor de Salamanca.
Rodrigo Ponce de León. Plaza Mayor de Salamanca.

Así pues, otro estudio moderno (además del más antiguo y ya contemplado trabajo local -de carácter divulgativo- de J. Moreno de Guerra, a principios del siglo XX) entre los que abordan igualmente la problemática sobre la medieval «Rayhana» y el «pago de la Argamasilla» (un tema que cuenta cada vez con más bibliografía relativa a su problemática y su desarrollo en el especio y el tiempo) es el referido trabajo coordinado por los profesores de la U.C.A. F.J. Lomas Salmonte y R. Sánchez Saus, Historia de Cádiz. Entre la Leyenda y el olvido. Épocas Antigua y Media (publicado en Cádiz el año 1991), del que venimos tratando, interesándonos especialmente las páginas 306-307 del vol. I del mismo.

De la mano de este estudio podemos contemplar cómo la iniciativa de repoblación real castellana de 1483 (coronada por el éxito y a partir de la cual arranca la historia de la “Real Villa”) habría sido precedida por otras intentonas llevadas a cabo en 1480 y 1481 y tendentes al mismo fin (esto es, la ocupación del territorio) procedentes en su caso no de la voluntad estatal, sino de la iniciativa privada señorial, y más en concreto de los Ponce de León, condes (luego duques) de Arcos y [efímeros, aunque no pudieran saberlo] marqueses de Cádiz por aquellas fechas, siendo el referido enclave una ciudad realenga por disposición de Alfonso X, tomada a la Corona de Castilla por la Casa de Ponce de León en el seno de las turbulencias que durante la Baja Edad Media atenazaron al mayor de los reinos peninsulares, circunstancias éstas que no llegarían a ser subsanadas -tanto en lo general como en lo que particularmente afecta a Cádiz y su Bahía- hasta el enérgico reinado de Isabel I, respaldada por su consorte y cosoberano Fernando V de Aragón, el nuevo Alejandro[12], como bien supiera ver el profesor Juan Gil[13].

REFERENCIAS:

[1]   Vid., al respecto, e.g., J.Mª. Cruz Beltrán, “Realengo y señorío…”, art. cit., pp. 45-ss.

[2] Unas realidades como la alquería de Alcanate (Alcanatir, Alcanatif, “Los Puentes”), ya beneficiaria de la repoblación alfonsí en el siglo XIII, o como las aldeas (alcarrias o alquerías) existentes en esta misma zona de la costa gaditana (“…toda la ribera / de las otras aldeas que estaban a orillas del Gran Mar /”) y que ya fueran mencionadas por las Cantigas del Rey Sabio (Cantiga 328, vv. 85-86); vid. al respecto J. Montoya Martínez, “Las Cantigas de Santa María, fuente para la Historia gaditana”, en AAVV, Cádiz en el siglo XIII. Actas de las “Jornadas Conmemorativas del VII Centenario de la muerte de Alfonso X el Sabio”. Cádiz, 1983, pg. 197.

[3] Abellán directamente considera al Barrio de Jarana como “heredero” de la medieval Sarrana-Jarana (Abellán, 2004: 68), hipótesis nuestra que vemos reflejada en sus páginas (y que es igualmente suya); nosotros consideramos que existe una continuidad de identidad -y posiblemente de poblamiento, lo cual haya mantenido la identidad- desde la Sacrana romana hasta la Jarana actual, pasando por las Sarrana y Xarrana medieval y moderna); adjuntamos (ampliando la Bibliografía que ya presentábamos en un trabajo anterior de esta serie) una sucinta relación de algunos de nuestros trabajos relativos a Sacrana o el Litus Curense realizados en solitario o no (especialmente –aunque no exclusivamente- recojo ahora artículos publicados en formato prensa); para “Sacrana”: cfr. M.J. Parodi Álvarez, «Tesoros Olvidados LXV. Presencia Romana en el Término Municipal. (XIII). Jarana-Sacrana (I), “Puerto Real Infomación”, 29.IV.1999; id., «Tesoros Olvidados LXVI. Presencia Romana en el Término Municipal. (XIV). Jarana-Sacrana (II), “Puerto Real Información”, 13.V.1999; id., «Tesoros Olvidados LXVII. Presencia Romana en el Término Municipal. (XV). Jarana-Sacrana (III), “Puerto Real Información”, 27.V.1999; M.J. Parodi Álvarez y M.J. Izco Reina, «Un posible vestigio del pasado romano: El Barrio Jarana (I)», “Diario de Cádiz”, 01.IV.2001; eid., «Un posible vestigio del pasado romano: El Barrio Jarana (II)», “Diario de Cádiz”, 08.IV.2001; eid., «Un posible vestigio del pasado romano: El Barrio Jarana (III)», “Diario de Cádiz”, 17.IV.2001; igualmente, cfr. M.J. Parodi Álvarez y M.J. Izco Reina, «Un posible vestigio del pasado romano: El Barrio Jarana (I)», en M.J. Parodi y M.J. Izco, Puerto Real. Apuntes para su Historia. Sevilla 2005, pp. 63-64; eid., «Un posible vestigio del pasado romano: El Barrio Jarana (II)», op. cit., pp. 65-66; eid., «Un posible vestigio del pasado romano: El Barrio Jarana (III)», op. cit., pp. 67-68; eid., «Un posible vestigio del pasado romano: El Barrio Jarana (IV)», op. cit., pp. 69-71; eid., «Un posible vestigio del pasado romano: El Barrio Jarana (V)», op. cit., pp. 72-74; eid., «Un posible vestigio del pasado romano: El Barrio Jarana (VI)», op. cit., pp. 75-77; eid., «Un posible vestigio del pasado romano: El Barrio Jarana (VII)», op. cit., pp. 78-79. Para lo que atañe al “Litus Curense”: vid. M.J. Parodi Álvarez, «Embarcaciones sutiles en el Litus Curense: barcas, botes y pateras en la costa portorrealeña hace dos mil años», trabajo presentado en el «II Ciclo de Conferencias sobre Puerto Real y su Término en la Antigüedad», y recogido en las Actas de las VII JHPR. Cádiz 2000, pp. 159-170; igualmente, M.J. Parodi y M.J. Izco, «N.H. XXIV. Embarcaciones mayores en el «Litus Curense» (I)», en «Diario de Cádiz», 26.IX.2000; «N.H. XXV. Embarcaciones mayores en el «Litus Curense» (II)», en «Diario de Cádiz», 2.X.2000; «N.H.XXIX. Embarcaciones mayores en el Litus Curense (III)», en «Diario de Cádiz», 30.X.2000; «N.H.XXX. Embarcaciones mayores en el Litus Curense (IV)», en «Diario de Cádiz», 6.XI.2000; «N.H.XXXI. Embarcaciones mayores en el Litus Curense (V)», en «Diario de Cádiz», 13.XI.2000; «N.H.XXXII. Embarcaciones mayores en el Litus Curense (VI)», en «Diario de Cádiz», 20.XI.2000; «N.H.XXXIII. Embarcaciones mayores en el Litus Curense (VII)», «Diario de Cádiz», 29.XI.2000; «N.H.XXXIV. Embarcaciones mayores en el Litus Curense (VIII)», «Diario de Cádiz», 4.XII.2000; igualmente M.J. Parodi y M.J. Izco, “Embarcaciones mayores en el Litus Curense (I)”, en eid., Puerto Real. Apuntes para su Historia. Sevilla 2005, pp. 38-41; eid., “Embarcaciones mayores en el Litus Curense (II)”, op. cit., pp. 42-44; eid., “Embarcaciones mayores en el Litus Curense (III)”, op. cit., pp. 45-47; eid., “Embarcaciones mayores en el Litus Curense (IV)”, op. cit., pp. 48-50; eid., “Embarcaciones mayores en el Litus Curense (V)”, op. cit., pp. 51-53; eid., “Embarcaciones mayores en el Litus Curense (VI)”, op. cit., pp. 54-56; eid., “Embarcaciones mayores en el Litus Curense (VII)”, op. cit., pp. 57-59; eid., “Embarcaciones mayores en el Litus Curense (VIII)”, op. cit., pp. 60-62.

[4] Abellán señala como posible zona de emplazamiento de “Rayhana” la zona limítrofe entre Chiclana y Puerto Real, por el Pinar de los Franceses (2004: 74-75).

[5] J. de Cristelly, Ligeros Apuntes Históricos de la Ciudad de San Fernando. San Fernando, 1891; D.M. Zurita, “La isla de Cádiz en el siglo XV”, en Hispania XXVII, 1947, T. VII, pg. 228.

[6] A. Sáez y Á. Sáez (2005), recogen asimismo el caso, y citan la identificación que hace J.A. Ruiz Gil entre “Rayhana” y el Barrio de Jarana (siguiendo la teoría tradicional), así como la hipótesis de J. Abellán, que localiza a “Rayhana” entre Puerto Real y Chiclana (en el Pinar de los Franceses, de acuerdo con Abellán; ¿quizá en el pago de El Marquesado, como en alguna ocasión hemos señalado?); A. Sáez Espligares y A. Sáez Romero, “Reflexiones acerca del ‘Concejo de la Puente’: origen y desarrollo en los ss. XIII-XIV”, en AyTM 12.2, 2005, pp. 7-33 (disponible en http://www.ujaen.es/revista/arqytm/PDF/R12_2/R122_1_Saez.pdf); J.A. Ruiz Gil: “Los orígenes de San Fernando: una aportación desde el Castillo de San Romualdo”, en las Actas de los X Encuentros de Historia y Arqueología. San Fernando 1994, pp. 87-95; por su parte, J. Abellán, Poblamiento y administración provincial en al-Andalus. La cora de Sidonia. Málaga 2004, pg. 75.

[7] H. Sancho de Sopranis, “La repoblación y el repartimiento de Cádiz por Alfonso X”, en Hispania XV, 1955, pp. 18-40.

[8] Esto según J. Sánchez Herrero, “Aspectos urbanísticos de Cádiz durante los siglos XIII al XV”, en AAVV, Cádiz en el siglo XIII. Actas de las “Jornadas Conmemorativas del VII Centenario de la muerte de Alfonso X el Sabio”. Cádiz, 1983, pp. 24 -25, notas 16 y 18; cfr. asimismo J. Maldonado Rosso, “El campo portuense a principios del siglo XIX. Análisis del régimen de tenencia de la tierra”, en Cádiz en su Historia. Actas de las VI JHC. Cádiz 1988, pp. 137-148, para la identificación en tierras de El Puerto de Santa María de suertes de tierra (a principios del siglo XIX -aunque Sánchez Herrero, loc. cit., hace llegar la toponimia hasta hoy) denominadas Villarana, Vaina -Vaína- (sic), Campín (sic, por la antigua “Campix”) o Grañina; A. Padilla Monge, por su parte (“La transferencia de poder de Gades a Asido. Su estudio desde una perspectiva social”, en Habis 21, 1990, pp. 241-258) proporciona una relación razonada de topónimos de la provincia de Cádiz a los que pone en relación con la hipotética existencia de una villa romana “subyacente” bajo los mismos (apoyándose en trabajos precedentes como los de Pabón o Hübner; J.M. Pabón, “Sobre los nombres de la villa romana en Andalucía”, en Estudios dedicados a Menéndez Pidal 4. Madrid, 1953; E. Hübner, “Nuevas observaciones sobe la geografía antigua de España”, en BRAH VI, 1900): en relación con los topónimos que más nos interesan -y a los que venimos considerando- cabe señalar cómo Padilla (art. cit., n. 28, pp. 248-250) recoge una “Baina”, en El Puerto de Santa María (relacionada hipotéticamente con Badius, Baius o Vatius); una Fontanina, “alquería de la zona de Cádiz de época de Alfonso X”; una Grañina, alquería a la que emplaza en El Puerto de Santa María; una “Poblañina”, a la que relaciona con “Publianus”, así como una “Jarana” y una “Xarana”, a las que Padilla parece no relacionar a priori, aunque proporciona para ambas la misma referencia, en una señalando a C. Pemán (“Alfares y embarcaderos romanos en la provincia de Cádiz”, en AEArq 32, 1959, pg. 169) y en la otra señalando a Hübner (art.cit., pg. 406); para una interpretación distinta sobre la ubicación de algunas de estas alquerías (como la de Finogera, que es ubicada al Sur de la vecina localidad de Chiclana -en territorio de Vejer de la Frontera, más exactamente), vid. J. Bustamante Costa, “Topografía de las aldeas de Vejer según los repartimientos”, en AA.VV., Excavaciones arqueológicas en La Mesa (Chiclana de la Frontera, Cádiz). Chiclana 1999, pp. 275-284 [en lo que quizá constituya un ejemplo de toponimia coincidente: “Finogera” = “Hinojera: ¿un pago con abundancia de hinojo, circunstancia que pudiera repetirse en un paisaje coincidente?]; como muestra de divergencia entre autores -o de coincidencia toponomástica entre lugares diferentes- podemos señalar cómo Bustamante señala la existencia de una “Fuente de la Figuera” al E. de Conil de la Frontera y S.-S.O. de La Muela (art. cit., pg. 284), siendo éste (“Fuente de la Higuera”) un antiguo topónimo portorrealeño, recogido como tal ya en el siglo XV y sito en actual pago de “Malas Noches”, de donde se canalizase el agua para el abastecimiento de Puerto Real a través del acueducto del siglo XVIII; cfr. al respcto R. Anarte Ávila, “El abastecimiento de agua potable a Puerto Real en la Edad Moderna, en Actas de las IV JHPR. Puerto Real 1997, pp. 55-ss.; igualmente J.M. Alcedo Torres y M.J. Parodi Álvarez, “La traída de aguas a Puerto Real en el siglo XVIII. Su financiación”, en Actas de las IV JHPR. Puerto Real 1997, pp. 69-ss.; la distancia desde dicha “Fuente de la Higuera” a Puerto Real oscilaría entre una legua y media y dos leguas, según el patrón adoptado [la otra “¿Fuente de la Figuera?” de La Muela (en el T.M. de Vejer de la Frontera) debe ser -en lo que respecta a este caso- coincidencia toponomástica o error de localización].

[9] Quizá en topónimo de “Argamasilla” traiga a colación la calidad de las tierras de este lugar o pago; recordemos en este sentido cómo resulta significativa la existencia de yacimientos romanos en el término municipal de Puerto Real, con una especial incidencia de las figlinae, las factorías de producción de materiales cerámicos (ánforas especialmente, pero no sólo ánforas) ya en el actual casco urbano portorrealeño y sus inmediatos aledaños (caso de yacimientos como los de “El Gallinero”, “Brisas de Mar” o “Puente Melchor”, por citar algunos), materiales cerámicos para los cuales contar en sus proximidades con el barro, la arcilla (¿= la argamasa?) sería imprescindible; igualmente cabe traer a colación la existencia de topónimos como el de “Los Barreros”, pago del cual hasta hace bien poco se realizaban extracciones de dicho material, sito en los que ya son aledaños del casco urbano, o la continuidad (sic) de la actividad, de la tradición, con fábricas en el casco urbano local activas en los siglos XIX y XX tales como la fábrica Lavalle, destinada a la producción de ladrillos con uso de obra prima local, y, en un plano más artesanal, de la “Cantarería”, en las que eran las afueras del casco urbano en los siglos XVIII y XX por el Sur, en los entornos de las actuales calles Real (antigua de la Torre) y Leñadores; sobre la fábrica Lavalle vid. M.J. Parodi Álvarez y M.J. Izco Reina, “La fábrica de ladrillos del señor Lavalle (I)”, en eid., Puerto Real. Apuntes…, pp. 242-245 y “La fábrica de ladrillos del señor Lavalle (II)”, en eid., Puerto Real. Apuntes…, pp. 246-250.

[10] La ubicación de esta “Fuente de la Figuera” en La Muela (Vejer de la Frontera), de acuerdo con Bustamante (art. cit., supra) podría quedar de este modo, por alejada del contexto físico en cuestión, fuera de consideración.

[11] F.J. Lomas Salmonte y R. Sánchez Saus, Historia de Cádiz. Entre la leyenda y el olvido. Épocas Antigua y Media. Vol. I. Cádiz, 1991, pp. 306-ss.; cfr. MJ. Parodi y M.J. Izco, “La Argamasilla, un episodio medieval portorrealeño”, en eidem, Puerto Real. Apuntes para su Historia. Sevilla 2005, pp. 101-102; sobre las condiciones de la “concesión” de Cádiz a los Ponce de León en 1467 por el fallido Alfonso XII, hermano menor de Enrique IV y de Isabel I, cfr. R. Fresnadillo, El castillo de la villa de Cádiz (1467?-1947). Una fortaleza medieval desvanecida. Cádiz 1989, pp. 36-ss.

[12] Cfr. el artículo de J. Gil, “Alejandro, el nudo gordiano y Fernando el Católico”, en Habis 16, 1985, pp. 229-242, donde se estudia la herencia alejandrina en la iconografía y el imaginario fernandino del Cuatrocientos.

[13] Véase el estupendo artículo “Alejandro, el nudo gordiano y Fernando el Católico”, en Habis 16, 1985, pp. 229-242.

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