Este título puede hacer pensar, que escribo de una antigualla o de algo trasnochado. Mi tesis en este artículo es la contraria, este título representa un principio o un valor para rearmar la democracia, algo necesario, aquí y ahora.
Cuando escribió Pedro Calderón de la Barca, en su obra de teatro El alcalde de Zalamea, en el siglo XVII, en una época de monarquía absoluta, supo delimitar entre las cuestiones materiales de los principios y valores superiores. Me refiero a la frase:
En esa época era un atrevimiento ante el poder, el Rey, dado que esto era decirle que había límitaciones a un Rey absolutista. La frase se refiere a la importancia del honor, que es algo que solo pertenece al individuo y no puede ser comprado o vendido.
Hoy en la actualidad, en un estado democrático, producto de la soberanía popular, es bueno delimitar el poder. La limitación está determinada en la Constitución y en el ordenamiento jurídico emanado de la misma.
A la vez estamos en una sociedad materialista, producto del capitalismo consumista, que niega los principios y valores. El nuevo absolutismo es el materialismo del tener o vulgarmente del dinero. Esto se plasma visiblemente en la corrupción, un antivalor, pues se ha desterrado la honradez, el esfuerzo, y demás principios y valores. Se relegan, no interesa al sistema que se ha implantado, si no es comprable o vendible.
Centrándonos, el honor puede ser un principio o un valor democrático, cuando se defiende el principio de la legalidad por encima de los propios intereses personales, cuando el individuo defiende que hay algo más que tener un cargo, poder y todo lo inherente al mismo.
Paso a un caso concreto, público, escandaloso y con sentencias firme. El Coronel Diego Pérez de los Cobos, Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid, se negó reiteradamente cumplir unas órdenes, que eran ilegales, dar información sobre una investigación realizada bajo su mando de un procedimiento penal, que tenía decretado el secreto de sumario por el Magistrado competente de la instrucción del mismo. La reacción del Ministro fue la destitución del mando en la Comandancia. Este coronel recurrió a la justicia, la cual en el Tribunal Supremo sentenció, la anulación de la destitución y su reintegración al mando de la Comandancia de la Guardia Civil. El Ministro demostró que no se lo tomo bien, ejecutando posteriormente unos ascensos al generalato de tres coroneles, dejando a Diego Pérez de los Cobos relegado, sin justificación alguna, sin tener en cuenta sus méritos. Nuevamente, el Tribunal Supremo tuvo que corregir y anular los nombramientos. La consecuencia es que el coronel Diego Pérez de los Cobos se retira el mes de diciembre sin haber culminado su carrera profesional de general. Finalizó esta historía, renunciando a ejecutar las sentencias para no perjudicar a sus tres compañeros de la Guardia Civil.
Este coronel ha demostrado que ha antepuesto el respeto a la legalidad, a su autoridad como mando y su respeto a la Guardia Civil, a su propio interés personal, pues como profesional de la Guardia Civil quién no hubiera querido acabar su carrera en el generalato. Esto es el honor, en este caso en defensa de la legalidad, ante un uso abusivo del poder. Esto es defender la democracia, pues la legalidad es un cortafuego del ciudadano ante la arbitrariedad, la tiranía o el capricho de cualquiera sea Ministro o Presidente del Gobierno.
Por contra, en sensu contrario, el Ministro de Interior, Fernando Grande-Marlasca Gómez, ex magistrado de la Audiencia Nacional, por ello experto y experimentado jurídico, pide actuaciones fuera de la legalidad. Al no ser satisfecho, dicta resolución injusta de destitución saltándose la norma, la cual fue anulada por el Tribunal Supremo. Posteriormente, no sabemos si como castigo o muestra de soberbia, vuelve a incumplir las normas e impide el ascenso al generalato de este coronel, nuevamente corregido por el Tribunal Supremo. No sé, si este ministro se cree el Rey Sol, por la forma en que actúa por encima de todo, o el cargo le ha hecho caer en una amnesia de todo su conocimiento y experiencia jurídica.
Este Ministro tiene el poder del cargo, pero autoridad ninguna. Supongo que él conocerá la diferencia entre potestas y autoritas. Después de las reprimendas del Tribunal Supremo no me explico como no ha salido rápido y veloz por una escalera trasera del Ministerio, camino de Marruecos u otro lugar más lejano. Este Ministro, también varias veces reprobado por el Congreso de los Diputados y cuya gestión en la catástrofe de la gota fría de Valencia, debería ser examinada, junto a otros muchos políticos, por una comisión de investigación independiente, no política, tiene claro que los principios y valores que le entregaron simbólicamente en una cartera, en su toma de posesión como Ministro del Interior, en un acto público ante invitados y los medios de comunicación, con expresa dedicación a su esposo presente, como declaró en ese momento, esa cartera se lo robaron o lo perdió en el rastro madrileño o en un zoco marroquí.
POSDATA: En los estados que componen la Unión Europea, por mucho menos se dimite o se cesa a un político. En Estados Unidos un condenado y con procedimientos penales abiertos puede ser Presidente en enero. ¿Cual es nuestro modelo?.