4.3 C
Puerto Real
sábado, 18 enero, 2025
spot_img

Historia de Puerto Real: Reflexiones sobre identidad y Patrimonio (III)

Decíamos en el artículo anterior que la pérdida de Patrimonio Cultural e Histórico -y por supuesto también la pérdida de Patrimonio Natural- lleva inexorable e inevitablemente al desarraigo porque dicha pérdida lleva aparejada otra pérdida, la de las señas de identidad, de los referentes identitarios, de un cuerpo social, todo lo cual a su vez acarrea una igualmente inexorable pérdida de identidad de dicho cuerpo social. Con ello y por ello, asistiremos a una merma de capacidades de ese cuerpo social, a su retroceso cultural e identitario en lugar del hecho de que ese cuerpo social que pierde referentes pueda seguir construyéndose día a día como tal cuerpo social, como grupo humano integrado y rico en matices. No queremos pasar por alto (lo señalábamos ya la semana pasada) que la identidad no es una realidad estática sino un proceso (por aplicar una comparativa de modos verbales, la identidad es un gerundio, una realidad en movimiento, una acción, como ya apunté que diría mi profesora de griego clásico del Bachillerato), un proceso que está en permanente construcción. La identidad no es algo fijo ni estático, no es algo que “se terminó de construir” en un momento concreto, no es algo que cuente con un “Año Cero” a partir del cual todo haya quedado fraguado y “cerrado” “para siempre”.

Parque de El Porvenir.
Parque de El Porvenir.

Queremos insistir en que la identidad es un proceso activo que se construye con el paso del tiempo y de las generaciones humanas, con la interacción de los humanos entre sí (como individuos y como grupos) y de los humanos con el Patrimonio Histórico, Cultural y Natural del que forman parte, que les envuelve y que en buena medida ellos mismos construyen y modelan. Con la pérdida de Patrimonio asistiremos al desarrollo de un letal círculo vicioso en el que una cosa llevará a la otra, de forma que (como señalábamos en párrafos precedentes) la pérdida de Patrimonio Cultural llevará a la pérdida de identidad, la pérdida de identidad conducirá a la pérdida de arraigo, el desarraigo llevará a la desorientación del cuerpo social, y todo ello, finalmente, llevará a una terrible, dramática, pérdida de calidad ciudadana, a una merma de calidad de la vida ciudadana en un cuerpo social (víctima de este proceso y protagonista del mismo) desorientado y desarraigado de sí mismo que habrá perdido en buena medida la sensibilidad y la consciencia respecto a sus propias señas identitarias y de ese modo y con ello el respeto por sí mismo, lo que habrá de resultarle letal a la hora de seguir construyendo su proceso de crecimiento identitario integrando en su seno lo que de bueno pueda llegarle de fuera; este proceso letal conducirá a una suerte de arterioesclerosis cultural (como lo llamábamos en los párrafos anteriores) que no hará sino perjudicar severamente a dicho cuerpo social y acelerarse como proceso a medida que vaya cogiendo carrerilla.

Puerto Real corre el peligro de convertirse en un paradigma de esta fórmula, decíamos en el artículo anterior y repetimos ahora. Nuestra Real Villa es una ciudad, una comunidad, históricamente de carácter “aluvial”, conformada (precisamente gracias a ser tierra de recepción de personas llegadas de fuera atraídas por sus buenas perspectivas laborales y su boyante situación económica) por gentes de acá y de allá desde fines del siglo XV, cuando la Villa fuera fundada por la Corona de Castilla en junio de 1483; en este carácter aluvial ha radicado en buena medida la fortaleza de la comunidad portorrealeña, de Puerto Real como civitas, como grupo humano, como cuerpo social poliédrico y como modelo de convivencia en el cual personas de geografías y horizontes culturales muy lejanos y distintos entre sí puedan asentarse e integrarse mediante el mecanismo tradicional de encontrar trabajo y casarse (esto es, siguiendo los instrumentos básicos de integración, en lo económico y en lo social), entrando a formar parte plenamente de la comunidad local e indudablemente contribuyendo a conformarla y mejorarla tanto desde el punto de vista cultural y social como desde la perspectiva de lo genético.

Plaza de la Universidad Popular.
Plaza de la Universidad Popular.

Y decíamos también que quizás desde fines del pasado siglo XX esta tendencia (la de la construcción permanente de un proceso identitario en positivo) habría acaso empezado a ralentizarse cuando no incluso a invertirse en nuestra localidad…

PUBLICIDAD

La pérdida de elementos identitarios y con ello de señas de identidad de Puerto Real como fenómeno tangible y sensible (lo que no significa que este fenómeno de pérdida sea mesurable) acaso comienza en tiempo aún muy reciente, a finales del siglo XX; quizá de forma coincidente con la conformación de los primeros ayuntamientos democráticos (y señalamos este hecho como hito a tener presente para ubicar el proceso en un marco cronológico, no porque entendamos o consideremos que hay directa relación entre una y otra cosa). Desde el año 1979 asistiremos a un proceso paulatino por el que se produce un decidido fomento del desarraigo y de la desidentificación de la ciudad consigo misma, proceso que se lleva a cabo de manera consciente desde determinadas instancias en la localidad y que se va a articular fundamental pero no solamente en base a la destrucción [casi me atrevo a decir que sistemática, continuada, sostenida] del Patrimonio Histórico local portorrealeño; decimos esto no porque el Patrimonio Cultural sea uno de nuestros ámbitos de acción profesional y personal; lo decimos porque la pérdida de elementos patrimoniales del Patrimonio Cultural portorrealeño es una realidad innegable que se ha venido acentuando desde los años 80 del siglo pasado.

Señalábamos algunos ejemplos de pérdidas patrimoniales (con casos de pérdida total o parcial) en Puerto Real desde los años 80 del siglo pasado, como la Plaza de Jesús, la Caja de Agua del Muelle, el Parque del Porvenir, el los Chalets del entorno del Pinar de Las Canteras y del Paseo de María Auxiliadora, la Casa de Cargadores de Indias de la esquina de Sagasta con la calle de la Plaza, frente a la Plaza de la Cárcel (hoy Blas Infante)…, el jardincillo histórico del Ayuntamiento Viejo, y así suma y sigue…

Entre los casos de mutilación de otros espacios interiores del casco urbano de la ciudad se cuenta por ejemplo el de la plaza de la Universidad popular, que más parece un espacio salido de la pesadilla de algún iluminado (quizá es lo que sucedió…), que ni es una plaza pública disfrutable como tal ni tiene nada que ver con un entorno que propicie la convivencia ciudadana, la interacción entre los vecinos…

Megalomanía y narcisismo parecen haberse dado la mano con los intereses económicos para, de la mano del poder local, guiar esa destrucción de patrimonio histórico y cultural de la localidad que no es inocente ni obedece solo al capricho de unos pocos individuos o individuas; más bien obedece a la voluntad expresa y manifiesta de destruir la identidad portorrealeña para dar paso a otra cosa distinta, amorfa y desnaturalizada, algo que ya no fuese Puerto Real, interrumpiendo el proceso de construcción identitaria de una comunidad a la que precisamente para ello se la ha ido desposeyendo de no pocas de sus señas de identidad históricas, de algunos de los elementos que sirven para dar cuerpo y forma material al elemento anímico del cuerpo social.

Y es de decir que lamentablemente, en buena medida, han conseguido dicha desnaturalización, lo también tiene que ver con el goteo de propuestas y planteamientos que no han fructificado, que no han llevado nada, así como con la incapacidad -manifiesta- de los gestores públicos locales por hacer algo más allá de tramitar el día a día de una ciudad que progresivamente se ha ido convirtiendo (como ya amenazaban algunos en los 90) en una suerte de dormitorio, en una especie de espacio no convivencial, en un espacio de no interacción de unos ciudadanos convertidos más en habitantes que en vecinos.

Entre otras cosas durante demasiados años el poder local -profundamente reaccionario aunque travestido de colores pastel- ha fomentado la desarticulación del cuerpo social través también a través de diversos mecanismos, dando carta de identidad a “lo bueno” y “lo malo”, tirando de lo que se estimase necesario, y modelando una versión del cuerpo social (fomentado desde lo público) potenciando determinados elementos (humanos también) que han servido para crear dinámicas y estereotipos falsos y absolutamente alejados de la realidad del proceso identitario de la Villa, en una dinámica que durante demasiados años se construyó y se mantuvo desde el propio poder local, todo lo cual sirvió para contribuir a vaciar de contenido el verdadero sentido de identidad y de interacción entre cuerpo social, patrones de referencia y Patrimonio Cultural local.

Y en los próximos párrafos traeremos a colación otras pérdidas de nuestro Patrimonio Cultural e Histórico local que sin dudas serán familiares a, nos atrevemos a señalar, la mayor parte de los lectores…

Manuel Parodi
Manuel Parodi
Doctor Europeo en Historia, arqueólogo. Gestor y analista cultural. Gestor de Patrimonio. Consultor cultural.

Artículos Relacionados

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

- Advertisement -
- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img

Opinión

error: El contenido está protegido.