Puerto Real como entidad administrativa, como municipio, fue fundado por la Corona de Castilla en junio del año 1483 como es sobradamente sabido y como hemos venido señalando en no pocos párrafos y artículos precedentes de esta misma serie, sin ir más lejos; nada nuevo en ello. Tampoco hay nada nuevo en el hecho de que la arqueología ha demostrado desde hace ya no pocas décadas la antigüedad y riqueza del poblamiento humano en las tierras que hoy conforman el término municipal de la Real Villa, incluido el casco urbano de la localidad.
Desde la Prehistoria de la Humanidad hasta los tiempos históricos más recientes, el poblamiento humano ha estado presente en nuestro actual término municipal a lo largo y a través de no pocos estadíos y horizontes culturales, siendo el pasado romano de nuestras tierras (al que hemos dedicado no pocas páginas desde hace años) acaso el momento –dilatado e intenso- que más ha calado en nuestra Historia, dejando por ello una presencia más rica en nuestro término municipal, una presencia materializada y traducida en los yacimientos arqueológicos hoy portorrealeños.
Sin entrar ahora y en estos párrafos en la cuestión general -o el detalle- de lo relativo a la campiña portorrealeña y la profunda huella del pasado histórico en la misma, el propio contexto de nuestro casco urbano local es una verdadera máquina del Tiempo a través de la cual podemos viajar por diferentes épocas de la Historia sin un gran esfuerzo…, por así decirlo.
Una persona que quiera hacer un recorrido por la Historia de nuestra ciudad, por diferentes etapas y momentos de la Historia local, puede visitar el Centro de Interpretación de la Villa, anexo al Centro Cultural Iglesia de San José, pero también podrá hacerlo paseando por el viario portorrealeño sin salir del casco urbano –y aún del casco histórico- de Puerto Real, pues en nuestro caserío encontrará la forma de recorrer esas distintas etapas de la Historia a través de la contemplación y el disfrute de los hitos patrimoniales de la Real Villa.
De este modo, Puerto Real se erige en una suerte de “máquina del tiempo” que permite –al pasear por sus calles- hacer un viaje diacrónico, un viaje a lo largo de los siglos, desde la Antigüedad hasta el mismo siglo XXI en el que nos encontramos y ello gracias a nuestro Patrimonio Cultural e Histórico, cuyos hitos se convierten en los mecanismos de comunicación de dicho viaje diacrónico, en los peldaños de dicha escalera de la Historia por la que ascenderemos –o descenderemos- a lo largo del referido paseo.
Así, la Antigüedad Clásica (el mundo romano) se revela ante nuestros ojos en la zona de La Jarcia y las 512 Viviendas, al pie de la Capilla del Gallinero, la Capilla de Nuestra Señora del Rocío: el horno romano de El Gallinero, una “figlina” en su denominación latina, una instalación fabril de producción de elementos cerámicos (ánforas, tejas, ladrillos y otras piezas –amphorae, imbrices, tegulae, laterculi…) nos lleva hasta el siglo I d.C., remontándonos dos mil años atrás hasta la época de la dinastía Julio-Claudia romana.
Son otros los yacimientos romanos que también existen en el casco urbano (y en su parte histórica) de Puerto Real, yacimientos a los que hemos aludido y de los que nos hemos ocupado en diferentes textos en esta serie y en otros espacios y formatos con anterioridad; pero estos yacimientos (como los que aparecieron en la plaza de San Telmo o en la Ribera del Muelle, o en la zona de la plaza de los Descalzos) no han sido puestos en valor como sí fuera el caso del Horno Romano de El Gallinero, único sitio arqueológico romano visible y visitable en el conjunto de nuestro solar urbano, cuya contemplación nos ayudará a remontarnos nada menos que dos mil años atrás en el tiempo.
De este hito de la Antigüedad romana podríamos pasar a la época fundacional de la Villa, en tiempos medievales –ya en la Baja Edad Media- y para ello nada mejor que detenerse a considerar y contemplar el propio casco histórico en damero de la trama urbana portorrealeña, pensado, decidido y diseñado ex profeso desde la Fundación por voluntad de la Corona castellana, fundadora de la Villa en 1483, algo de lo que hemos tratado con cierta profundidad en los anteriores artículos de esta serie, publicados en las semanas precedentes.
El casco histórico de la Villa, sus calles perpendiculares y paralelas entre sí, un elemento ya en sí renacentista pero que cronológicamente se adscribe aún a tiempos medievales, es fruto de un mundo en transición, el que desde la Edad Media está basculando hacia la Modernidad, y con su contemplación y el paseo por el mismo estaremos retrotrayéndonos hasta dichos momentos de transición histórica.
Otro elemento histórico que nos permite visitar virtualmente los tiempos de la Edad Media y los comienzos de la Modernidad, de la época renacentista, será la Iglesia Mayor Prioral de San Sebastián. Este notabilísimo edificio es sin duda el más relevante hito patrimonial monumental del casco histórico portorrealeño; se comenzaría a construir en los últimos momentos de la Edad Media y cuenta con elementos -como las cubiertas de algunas de sus capillas y espacios, caso de la capilla bautismal y de la cubierta del presbiterio y la zona del altar mayor- de carácter gótico, unos elementos estéticamente -cuando no cronológicamente- vinculados a tiempos y modos medievales (mostrando incluso bóvedas de nervadura).
De esta forma, la Edad Media asoma a nuestro pasear precisamente gracias a la traza del casco histórico así como a la presencia monumental dela Prioral de San Sebastián, algunos de los elementos de cuyo cuerpo principal como los ya citados o la misma torre del templo, se adscriben a la transición entre los siglos XV y XVI, esto es, a la bisagra entre los tiempos medievales y el inicio de la Edad Moderna.
Continuando en el Quinientos, la gran protagonista de nuestro paseo por la Historia de la localidad será nuevamente la Prioral de San Sebastián, consagrada definitivamente en 1592 como reza el epígrafe de la columna fundacional que se conserva junto a la Portada de las Novias de dicho templo, algo que nos llevará hasta fines del siglo XVI, hasta los últimos años del reinado de Felipe II, nada menos.
Antigüedad, Edad Media, Renacimiento, son algunos de los momentos históricos de gran escala que podemos visitar sin movernos del casco histórico de la Real Villa gracias a los hitos patrimoniales de Puerto Real. El siglo XVII asomará ante nuestra mirada gracias, por ejemplo, a la iglesia de La Victoria, templo del antiguo convento de los frailes Mínimos Victorios de San Francisco erigido (salvedad hecha de su airosa torre, posterior) en el Setecientos. Esta recoleta iglesia, de una sola nave, nos lleva con su sencillez a los tiempos del Barroco y los Austrias Menores, y en ella, en su interior, son de destacar la imagen de La Soledad de la Roldana y del Cristo yacente del Santo Entierro, elementos estelares del Patrimonio local que se remontan igualmente al mismo siglo XVII y a través de los cuales, como es lo propio con la iglesia que los alberga, podemos visitar ese Setecientos.
Estos hitos patrimoniales (no son los únicos, no tenemos pretensiones de exhaustividad en estas líneas) nos han conducido desde la Antigüedad clásica hasta finales del siglo XVII sin apartarnos del casco histórico de Puerto Real, convertidas las calles de la Real Villa en una suerte de “máquina del tiempo” que nos permite viajar al pasado sin perder de vista (o precisamente por no perderlo) el Patrimonio Monumental e Histórico de Puerto Real.
En próximos párrafos continuaremos con este paseo por nuestro pasado de la mano de esa nave o máquina del tiempo que es el Patrimonio portorrealeño, transitando por nuestro pasado sin abandonar nuestro paisaje más propio y querido.