Como decíamos en los anteriores párrafos de esta serie, contamos con un antecedente remoto de este trazado hipodámico portorrealeño, existente igualmente en ámbito de la Corona de Castilla, la villa de Briviesca (hermanada, y no creemos que casualmente…) con la localidad granadina de Santa Fe, un hermanamiento en el que creemos que algo habrá tenido que ver la trama urbanística de ambos núcleos de población.
De este modo, existe un antecedente hispánico remoto de esta trama hipodámica: el caso de la villa de Briviesca, en la septentrional provincia castellana de Burgos, localidad situada en la comarca de La Bureba y distante 44 kilómetros de la capital burgalesa.
A principios del siglo XIV (entre los años 1312 y 1321, año de su deceso), la infanta Dª. Blanca de Portugal, señora de la villa de Briviesca, reorganizaría la dicha villa de su señorío de acuerdo con una trama en damero si bien de traza no perfecta, no canónica (de forma ligeramente trapezoidal).
Buscaba tan principal señora, hija primogénita del rey Alfonso III de Portugal y su segunda esposa la reina Beatriz de Castilla, nieta del rey Alfonso X “el Sabio” y hermana del rey poeta D. Dinís I de Portugal, señora del Monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas, reorganizar el poblamiento en la villa briviescana, que recientemente había pasado a su señorío, creando un espacio urbano nuevo y ejemplar en la ribera del río Oca.
La medida sería de gran calado para los locales puesto que no se creaba una puebla nueva ex nihilo, ya que la villa de Briviesca ya existía precedentemente, sino que lo que se hacía era crear un espacio urbanístico nuevo junto a la vieja villa (que se abandonaría), buscando racionalizar el modus de una población que constituiría a partir de esos momentos un “hápax”, una excepción y un modelo único en un contexto, en un horizonte, el de la Edad Media peninsular, en el que trazados como el de Briviesca habrían de tardar para aparecer.
Así, entre las motivaciones de la señora de la villa, la antedicha infanta Blanca de Portugal, se encontraría la de racionalizar el espacio de su población y dotarla de un ordenamiento urbanístico racional al tiempo que funcional, con un viario tan en damero como resultaría serles posible y con una trama ciertamente más despejada que los modelos urbanos, abigarrados por lo general, de tiempos medievales precedentes y aun contemporáneos a los de la reforma de Briviesca emprendida por su señora.
Desde un punto de vista intelectual e incluso ideológico y estético (entendida la estética como la paredra -la otra cara- de la ética- entre las posibles raíces de esta iniciativa se encontraría el pensamiento alfonsino, del rey castellano Alfonso X “el Sabio”, quien reinaría no muchos años antes de la creación de esta nueva planta briviescana, entre 1252 y 1284 (año de la muerte de este soberano, hijo de Fernando III “el Santo”).
De este modo y como señala Leopoldo Torres Balbás (citado en bibliografía en el artículo anterior, en las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio, texto en el que el monarca, en la Ley XX de la Segunda Partida, explica el tipo de configuración a que debe someterse la instalación de un campamento militar, un planteamiento que, lejos de ser teórico, parece confirmarse en descripciones de la organización de algunos campamentos militares medievales (TORRES BALBÁS 1968, pág. 113).
En este sentido, parece que la infanta Dª. Blanca, nieta, hija, hermana, tía y prima de reyes castellanos y portugueses, señora de Las Huelgas y de Briviesca (entre otros señoríos por ella ostentados en Castilla y Portugal), habría estado inspirada por los principios de su abuelo el rey Sabio a la hora de organizar la nueva trama urbanística de la burgalesa villa de Briviesca, buscando plasmar en una traza urbana material y real lo que su abuelo el monarca castellano había expresado desde una perspectiva teórica en su obra.
De este modo, la infanta Dª. Blanca llevaría a cabo una suerte de clara reivindicación de la memoria y la obra, además del espíritu, de su abuelo el rey Sabio (el final de cuyo reinado había estado marcado por la guerra civil con su hijo y a la postre heredero, el rey Sancho IV, además de por la enfermedad y la degeneración y la merma física e intelectual del otrora poderoso y erudito soberano, un final ciertamente triste para una de las más potentes y brillantes referencias intelectuales de la Edad Media europea…) con su “experimento” urbanístico briviescano a principios del siglo XIV en la burgalesa comarca de La Bureba, en pleno corazón de la caminería medieval castellano-navarra de la época (esto es, en la línea de las principales comunicaciones terrestres castellanas con la Europa ultrapirenaica y viceversa, trámite las tierras del Reino de Navarra, nexo de unión entre la Península Ibérica y Francia, por ejemplo).
De esta forma, la traza en damero (imperfecto) de Briviesca, se convertía en una reivindicación del ideario de la Monarquía Castellana tal como fuera expresado (y sostenido durante su reinado) por el rey Alfonso X “el Sabio” en sus obras filosóficas constituidas en expresión del ideario ético, estético y político del soberano castellano, un soberano castellano que –no se nos olvide- quiso ser emperador, manteniendo durante todo su reinado su reivindicación y sus aspiraciones al Trono del Sacro Imperio Romano, unas aspiraciones que se revelaron fallidas y estériles y que marcaron (no del todo en positivo) el reinado (y la evolución del carácter…) del rey sabio.
Un rey, Alfonso X “el Sabio”, que se consideraba emperador [del Sacro Imperio] romano y que, al menos en el plano de su ámbito de creación intelectual y literaria, defendía y propugnaba los principios e ideales de la romanidad.
Tal y como (lo hemos señalado con anterioridad en esta serie) el damero de la trama urbana del casco histórico de Puerto Real viene a constituir una neta declaración de intenciones de la Corona, del Estado, de la Monarquía Hispánica que fundaría la Real Villa el mes de junio del año 1483, el trazado en damero (bien que imperfecto) de la villa nueva de Briviesca lleva aparejada asimismo una nítida declaración de intenciones de su creadora, la infanta Blanca de Portugal, que a través de su obra urbanística quiso reivindicar la figura, la obra y el pensamiento de su abuelo el rey sabio (como apunta Torres Balbás), amén de generar un modelo de poblamiento claramente inspirado en el pensamiento alfonsino.