El damero de la trama urbana del casco histórico de Puerto Real constituye una auténtica declaración de intenciones de la Corona, del Estado, de la Monarquía Hispánica que fundaría la Real Villa en junio del año 1483, como adelantábamos en los párrafos anteriores de la presente serie.
Entendiendo el damero urbano del casco histórico portorrealeño como una declaración de intenciones de la Corona será posible encontrar en el tejido hipodámico de nuestras calles la plasmación simbólica de algunas de las claves esenciales de la propia voluntad de gobierno, del propio espíritu de la nueva Monarquía fernando-isabelina que se materializan en esa metáfora física que son los cascos urbanos de Santa Fé de Granada y de Puerto Real (siendo el nuestro unos años más antiguo que el granadino).
Entre dichas claves del nuevo Estado, de una nueva Monarquía que se quiere imperial y que busca anclar sus raíces simbólicas (y pragmáticas) en un pasado muy concreto, en un momento histórico muy preciso, en el Mundo Clásico, se encuentra la de la recuperación y revitalización del espíritu helenístico, alejandrino (de Alejandro Magno) y romano (del Imperio Romano) como motor de la nueva Monarquía Hispánica.
Ello se representa metafórica y simbólicamente a través de la trama urbana hipodámica de las nuevas fundaciones de Santa Fé de Granada y de Puerto Real, como decimos, unas tramas urbanas con las que la nueva Monarquía Hispánica está haciendo una verdadera declaración de intenciones señalando cuáles son su verdadera inspiración (el Mundo Helenístico y Roma) y cuáles son sus verdaderos principios rectores (los del Mundo Clásico que subyacen bajo la estética y las formas del Renacimiento), entre los que no solamente se encuentran los principios urbanísticos del griego Hipodamo o los arquitectónicos del romano Vitrubio, sino los valores de claridad, fortaleza, autoridad, orden, rigor y luminosidad que caracterizaron al ideal romano.
En este sentido de la recuperación de los valores helenísticos y alejandrinos merece la pena detenerse un momento a considerar la figura de Alejandro Magno, quien a finales del siglo IV a.C. sería el creador de un Imperio nuevo, de una nueva Monarquía de carácter supranacional, global, partiendo de un escenario político fragmentado (el de la Grecia precedente), convirtiéndose así y por ello en un verdadero modelo inspirador para los Reyes Católicos (modelo en el que querrán reflejarse los soberanos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón), quienes crearán a su vez un Imperio nuevo a partir de un escenario político fragmentado como era el de los reinos hispánicos medievales.
Pero ello atañía no sólo a los reinos hispánicos, sino también a los muy diferentes territorios pertenecientes a las Coronas de Castilla y Aragón (fuera de la Península Ibérica, caso de las tierras italianas de la Corona aragonesa o de los territorios del Nuevo Mundo americano vinculados ya desde el año 1492 a la Corona castellana) y aun el conjunto de la Europa de la época, igualmente sometida a una enorme fragmentación que la nueva Monarquía Hispánica, resultante en buena medida de la fructífera política de alianzas matrimoniales emprendida y desarrollada con tanta habilidad como sentido del futuro por los Reyes Católicos, trataría de superar ya en tiempos del nieto y heredero de Fernando e Isabel, el César Carlos V, soberano del Sacro Imperio Romano.
Al hilo de esto y como pequeña digresión respecto al tema que nos ocupa diremos que la coletilla de “germánico” que se aplica generalmente -y de carrerilla- al término “Sacro Imperio Romano”, dando así “Sacro Imperio Romano Germánico”, es un añadido de la historiografía prusiana, germánica, del siglo XIX: el “Sacro Imperio” (que se consideraba heredero de Roma) fue siempre y solamente “Romano”, no “Romano-Germánico”, tal y como los estrategas germanos decimonónicos quisieron hacer ver como forma de primar y ponderar el papel de la monarquía prusiana de la dinastía de los Hohenzollern y del Reich construido por éstos bajo el mandato de Guillermo I de Prusia y de su “canciller de hierro”, el príncipe von Bismarck a finales del Ochocientos; así pues, nada de “Sacro Imperio Romano-Germánico”, sino “Sacro Imperio Romano” (que sería abolido por presiones de Napoleón en 1806, dando paso al Imperio Austríaco y luego, desde 1866-1867, al Imperio Austro-Húngaro, que desaparecería en 1918 al término de la I Guerra Mundial, cuando la casi milenaria Monarquía de los Habsburgo se desmembraría en múltiples nacionalidades subsumidas en pequeños estados que a la postre terminarían siendo presa -por su misma debilidad raíz- del nacionalsocialismo y del estalinismo soviético desde los años 30 del pasado siglo XX.
Dentro de ese mismo espíritu de la Monarquía Universal de Alejandro Magno se encuentra el tema del nudo gordiano, el cual habría sido deshecho, cortado, por el joven rey macedonio Alejandro Magno en puertas de su conquista del Asia, cumpliéndose de ese modo la antigua profecía que señalaba que quien a fuera capaz de deshacer el nudo gordiano le estaría reservada la conquista de Asia, como así terminaría siendo al cabo.
De ese modo Fernando el Católico, con profunda visión del peso y el valor del pasado, toma el motivo del nudo gordiano para el escudo de la nueva Monarquía Hispánica (como elemento dotado de una muy potente carga simbólica compartida por la antigua Monarquía Alejandrina y por la nueva Monarquía Hispánica que estaban construyendo a fines del siglo XV).
En el nuevo esquema estético (e ideológico) fernando-isabelino el Yugo aparece con las cuerdas desatadas y las Flechas en cambio aparecen atadas con cuerdas; bajo ello subyace -y se muestra- el simbolismo de las flechas unidas que no pueden romperse (no como una flecha sola, que sí es fácil de romper…) y el simbolismo de las cuerdas: las flechas metafóricamente representan así mismo a los viejos reinos medievales hispánicos (y hasta europeos) que están unidos y sujetos (como las flechas) por la cuerda, que simboliza al nuevo Estado y a los Reyes Católicos, con la nueva Monarquía Hispánica ciñendo y uniendo a los antiguos reinos medievales aunados por los reyes Trastamara (Fernando e Isabel).
Pero contamos asimismo con un antecedente remoto de este trazado hipodámico, existente igualmente en ámbito de la Corona de Castilla, y sobre ello y sobre todo lo que estamos hablando volveremos en próximos párrafos de esta serie.
– Antecedente hispánico remoto: el caso de Briviesca (a principios del siglo XIV: 1312-1321, la infanta Dª. Blanca de Portugal, señora de la Villa de Briviesca, reorganiza la dicha villa de acuerdo con una trama en damero no perfecta; posibles raíces de esta iniciativa: en las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio, texto en el que el monarca, en la Ley XX de la Segunda Partida, explica el tipo de configuración a que debe someterse la instalación de un cam-pamento militar, un planteamiento que, lejos de ser teórico, parece confirmarse en descripciones de la organización de algunos campamentos militares medievales (TORRES BALBÁS 1968, pág. 113).
BIBLIOGRAFÍA
- “LA VILLA DE BRIVIESCA EN LA BAJA EDAD MEDIA: DATOS Y REFLEXIONES PARA SU ESTUDIO”. José Luis IBARRA ÁLVAREZ y ANA ISABEL ORTEGA MARTÍNEZ (PP. 329-SS.)
- TORRES BALBÁS, Leopoldo. 1968. “La Edad Media”. En Resumen Histórico del Urbanismo en España