Continuaremos acercándonos en los siguientes párrafos desde una perspectiva histórica a uno de nuestros hitos geográficos e históricos locales, la isla de El Trocadero, tan poco considerada a veces en las reflexiones de los historiadores (en general) y sin embargo tan estrechamente ligada a la Historia de España, protagonista material de unos hechos históricos que habrían de resultar fundamentales para la evolución posterior de los acontecimientos políticos en el siglo XIX español, un siglo la consecuencia última de cuyo desenvolvimiento habría de ser la guerra civil de 1936-1939 (y la larga y dura postguerra, con la represión, la dictadura, la ausencia de libertades y el exilio, exterior e interior, de tantos miles de españoles).
Cerrábamos los párrafos del anterior artículo tratando acerca del «Fort Louis», y será ahora este Castillo de San Luis el objeto principal de nuestra atención; sus estructuras, aún por estudiar convenientemente, continúan desafiando (reducidas a niveles mínimos respecto a lo que fueron) el paso del tiempo, tras tomar parte y haber servido como escenario a dos de los hechos de armas más significativos de la común Historia de dos países vecinos como son España y Francia: el primero de estos «episodios» (parafraseando a Benito Pérez Galdós) sería el asedio a Cádiz por los ejércitos imperiales de Napoleón, en el transcurso de la Guerra de la Independencia (1808-1813).
El segundo «episodio» histórico, eje de la futura Conmemoración de 1820-1823/2020-2023 estaría representado por los enfrentamientos entre constitucionales (liberales) y absolutistas (partidarios del Antiguo Régimen) que salpicaron el primer tercio del siglo XIX español, y que forman parte de las luchas entre las tendencias liberales y conservadoras que jalonan a su vez los dos primeros tercios del siglo XIX europeo, unas luchas que cristalizarían en sucesos como las revoluciones de 1830 y 1848 que en Francia darían paso, en 1830, a la Monarquía de Luis Felipe de Orléans y, más tarde, a la República del año 48 respectivamente; ya en España, las guerras carlistas habrían de convertirse en el eje articulador de los enfrentamientos entre liberales y conservadores.
Instalado en la Villa de Puerto Real el Cuartel General de los ejércitos franceses en la Bahía Gaditana (a consecuencia de lo cual se produjo la destrucción material de más de dos tercios del caserío portorrealeño, como bien considerase ya el profesor Antonio Muro), durante el primero de los hitos históricos señalados, el Fort Louis habría de servir (desde 1810 y hasta fines de 1812) como base para las baterías francesas que trataban, infructuosamente, de someter con su fuego al Castillo de Puntales (y con ello, de someter igualmente a la ciudad de Cádiz, que resistía al invasor galo); ambas fortalezas se convertirían de este modo -una, Puntales, del lado español y otra, el Fort Louis (junto a La Matagorda), del lado francés- en los ejes fundamentales del duelo artillero que sostendrían Cádiz y sus sitiadores durante dos largos años (sin olvidar el papel del citado castillo de Matagorda, tercer vértice de este triángulo de fuego, igualmente en término portorrealeño e igualmente en manos del invasor francés).
De este modo, el Castillo de San Luis entra a formar parte de la Historia común de España y Francia (y de Europa), creando un punto específico de conexión material (el espacio físico de la isla de El Trocadero) que deviene síntesis espacial de un conflicto (intelectual, moral, ideológico…) que trasciende del mero enfrentamiento bélico entre dos naciones cualesquiera y participa de las convulsiones que agitaron Europa en el tránsito entre los siglos XVIII (que tan próspero fuera para la Monarqu´´ia Hispánica -y para la Real Villa en particular) y XIX (que hubo de suponer la definitiva decadencia y ocaso del Imperio Español).
Estas convulsiones señalarán un cambio fundamental en la Historia de nuestro Continente (de nuestro Mundo Occidental, cuando menos): el de la transición del «Antiguo Régimen», de la Sociedad Estamental Medieval, oprimida por los privilegios devenidos Ley de un grupo social determinado y privilegiado (la nobleza) al Mundo Contemporáneo (proclamado «libre», «igualitario» y -pretendidamente- «fraternal»…), de la mano de la acción transformadora de la Revolución Francesa (extendida en el tiempo y el espacio a través de las revoluciones liberales del siglo XIX en el contexto europeo).
Si ya hemos hablado, siquiera someramente, del papel del Castillo de San Luis en el asedio francés a Cádiz durante la Guerra de la Independencia, haremos ahora mención de un acontecimiento bélico distinto que habría de señalar un punto de inflexión en nuestra trayectoria constitucional y nacional, verdadero momento axial del constitucionalismo español en su Historia; al mismo tiempo se trataría de un ejemplo de la efectividad de los mecanismos de intervención internacionales creados como mecanismo de defensa por los Reyes que habían sido destronados por la Revolución Francesa y Napoleón (la «Santa Alianza», por ejemplo).
Estos mecanismos surgieron tras el Congreso de Viena, celebrado en dicha ciudad austríaca, capital del Imperio de los Habsburgo en 1815, una reunión que supuso el primer intento de la comunidad internacional (o de parte de la misma, al menos) para configurar un foro que pudiera servir para resolver los problemas que pudieran plantearse sin necesidad de recurrir a la vía militar. Desde este punto de vista, la intervención francesa en España en 1823 responde grosso modo al modelo de «intervención internacional», si bien el interés por aquellos entonces no radicaba en mejorar las condiciones de vida de los «intervenidos», sino en estrangular los movimientos constitucionales allá donde surgieran, como en la España del «Trienio Liberal».
Tras los sucesos de la Guerra de la Independencia, encontraremos nuevamente en El Trocadero un punto de referencia básico para España y Europa: en el Fort Louis se produciría la fallida defensa de las libertades (de la Libertad) en España, pero invertidas ahora las tornas; en 1823, un ejército francés se encuentra de nuevo a las puertas de Cádiz, pero en esta ocasión no son las armas de la Revolución las que baten las murallas gaditanas: esta vez ese ejército galo, los llamados «Cien Mil Hijos de San Luis», al mando del cual se encontraba un príncipe de la Casa Real de Francia, el duque de Angulema, viene a la Península Ibérica para restablecer al monarca español, Fernando VII, en sus poderes absolutos.
En agosto de 1823 Fernando VII (el mal llamado «Deseado») se encuentra en la isla y ciudad gaditana, retenido por los liberales (que constituían el gobierno de la nación); el Gobierno liberal español trata de sostener los principios de la Constitución de Cádiz de 1812 (que son hermanos de los principios de la Ilustración dimanados de la Revolución de 1789) frente a la agresividad de una conservadora Europa que no va a consentir que en ningún rincón del Continente el Constitucionalismo pueda mantenerse en el Poder (un poder que el constitucionalismo español obtendría tras el pronunciamiento militar de corte liberal del general Riego en la localidad sevillana de Las Cabezas de San Juan el año 1820).
De esta forma esos «Cien Mil Hijos de San Luis» llegarán a la Bahía Gaditana, sitiarán (como lo hicieran las armas napoleónicas tres lustros atrás) la plaza fuerte de Cádiz, tomarán por asalto el Castillo de San Luis (imposible no observar la comunidad onomástica entre asaltante y asaltado) y tras lograr la toma de dicha fortificación portorrealeña, ahora sí, conseguirán lo que diez años antes el invasor no pudo alcanzar: la rendición (que no conquista) de la antigua Gades, si bien la presencia de este ejército en nuestro solar no acarreará para la Villa una destrucción análoga a las provocadas por los angloholandeses en 1702 o por los propios franceses entre 1810 y 1812.
Este segundo hecho de armas no sólo llevaría a la caída del Gobierno Constitucional español, sino a la inmortalización del nombre de El Trocadero en pleno corazón de Francia, en París, como una prueba más de la indisoluble relación de esta isla gaditana, El Trocadero, y su baluarte defensivo, el Fort Louis, con la común Historia de España y Europa, hasta el punto de que este espacio geográfico cuenta con un peso específico (siquiera como elemento episódico) en el pasado de nuestro continente, de modo que dos estados europeos como son España y Francia pueden reclamar para sí su propio papel y parte en los hechos de armas citados y su espacio histórico-político en la isla de El Trocadero, que es (como venimos señalando) uno de los espacios históricos con más personalidad del entorno de la Bahía, y del término municipal de Puerto Real, que tanto tiene que ver con la historia de nuestra construcción naval y de las navegaciones atlánticas, y que forma parte de la raíz de nuestra historia.
La efeméride del Bicentenario de la Batalla de El Trocadero y la Defensa de la Libertad en Puerto Real (1820-1823/2020-2023) vendrá a conmemorar un hecho histórico capital en el constitucionalismo español, siendo una ocasión para que la Historia de Puerto Real encuentre el espacio que merece en el contexto nacional e internacional.