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jueves, 31 octubre, 2024
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De nuevo a vueltas con el binomio Turismo y Patrimonio. Algunas reflexiones (II)

Como ya hacíamos notar en el anterior artículo de esta serie, los recursos del Patrimonio Cultural y Natural son elementos susceptibles, capaces, de ayudar a crear empleo y con ello riqueza (y, naturalmente, viceversa), siendo dichos recursos del Patrimonio Cultural y Natural a la misma vez factores muy positivos con vistas a un desarrollo económico sostenible (y por tanto, ecológico).

Como sabemos, el ámbito del Patrimonio Cultural y Natural (en adelante PCN) guarda íntimos vínculos con lo monumental, con el patrimonio arqueológico, industrial o paisajístico, con lo inmaterial, así como igualmente con una visión integral de las cosas, que engloba paisajes y elementos históricos y en la cual conceptos tales como los de territorio e identidad se constituyen en ejes de un nuevo paradigma y de una nueva retórica de los bienes culturales, y por añadidura de la gestión del PCN.

Entre las primeras y principales materias y ámbitos de acción -y asimismo entre los elementos a destacar- del Patrimonio Cultural y Natural (PCN), de su gestión y su desarrollo así como de su implementación económica es menester considerar, como ya habíamos señalado en el artículo anterior, al turismo.

El sector del turismo ha venido experimentando a lo largo de los últimos años una muy sensible evolución los ritmos de lo cual se han visto significativamente marcados, muy en especial, por cuestiones tales como la conveniencia (cuando no la cada vez más acuciante necesidad) de buscar mercados alternativos, nuevas tendencias y opciones de mercado, todo ello ante la creciente saturación de los modelos y de la oferta de corte más tradicional del turismo, lo que viene a suponer que resulta muy oportuno prestar una mayor atención al turismo cultural: los elementos de atracción de carácter cultural se han ido consolidando paulatinamente como una respuesta alternativa a la par que como una oferta en sí misma marcada por la excelencia ante la necesidad de contar con (y de desarrollar) nuevas opciones y ante la evidencia de las nuevas demandas (o ya no tan “nuevas”, en realidad) del mercado y de los consumidores del turismo como producto en sí.

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Entre tales elementos de atracción en el campo del turismo el PCN se ha constituido como un eje principal de interés, y de manera particular el Patrimonio Histórico (arqueológico, monumental, artístico), por sí mismo o como complemento de otras ofertas, siendo imprescindible alcanzar y mantener un equilibrio entre la conservación y el uso turístico del Patrimonio.

Son diversos los documentos internacionales que avalan este interés por un desarrollo sostenible de los recursos patrimoniales, entre los cuales es posible señalar algunos, por ejemplo, como la Carta de Turismo Cultural (1976), la Declaración de La Haya sobre Turismo (1989), la Carta del Turismo Sostenible (1995), la Carta Internacional sobre Turismo Cultural del ICOMOS (1999), la Propuesta del ICOM para una Carta de Principios sobre Museos y Turismo Cultural (2000), así como la Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural (2001).

A pesar de todos estos avales en forma de documentos internacionales (que revelan y recogen un elenco de “buenas intenciones” y de “buenas prácticas”), hasta el momento presente el PCN ha sufrido en buena medida pasivamente lo que cabe tildar de “avalancha” de un desarrollo turístico desequilibrado, desestructurado, que, salvo excepciones, no ha considerado al Patrimonio realmente como un factor generador de riqueza desde la perspectiva de la industria turística, sino más bien como un elemento exógeno, a veces meramente folclórico, a veces de corte tradicional, (como vienen siendo la consideración también tradicional del paisaje), hasta cierto punto menor frente al impacto y tirón de las playas, y claramente secundario frente a estas últimos elementos del “sol y playa” y que, sin embargo, no ha dejado de impactar sobre el PCN.

Precisamente de estos modelos claramente desfasados es cada vez más necesario recelar e incluso huir si es que verdaderamente tenemos la intención de construir un nuevo paradigma del sintagma/binomio PCN-turismo cultural que permita, en casos como el de Puerto Real (que cuenta con una oferta patrimonial tan rica y variada como necesitada de un mayor impulso de cara a su puesta en valor y su desarrollo económico) favorecer un modelo de desarrollo económico de las industrias culturales en relación a su vez con un modelo de turismo, estable, sostenible, no deslocalizable y no sujeto a una estacionalidad hasta ahora harto marcada.

El PCN sigue hasta ahora sufriendo las cada vez más dolosas consecuencias del excesivo peso del modelo tradicional de turismo sin recibir a cambio los beneficios de ese mismo turismo, que acaso pueden ser invertidos en la mejora de las infraestructuras (de diverso tipo) que puedan favorecer la afluencia de un mayor turistas (entendidos como consumidores de un producto lúdico, de entretenimiento) a las áreas patrimoniales. De esta manera el turismo cultural (en realidad la gestión del mismo) viene siendo considerado como el responsable de la saturación de las áreas patrimoniales (y con ello de los perjuicios que dicha saturación lleva aparejados) debido a la saturación que se produce así como al efecto llamada que tienen dichas áreas sobre el resto de las ofertas (algo que aumenta dicha saturación).

Destinos con un enorme peso y predicamento en el contexto del mercado turístico mundial como las ciudades de Roma, Florencia, París, Londres, o Sevilla y Granada (por citar algunos), gozan de una ventaja notable respecto a otros destinos y ofertas turísticas, precisamente porque son “marcas” de calidad en sí mismos; en este sentido estamos convencidos de que Puerto Real y el contexto en que la Villa se encuentra, el de la Bahía de Cádiz constituyen un binomio de excelencia, una “marca de calidad” en sí misma (lo hemos señalado, de palabra y por escrito, en no pocas ocasiones y en muchos foros distintos, y que como tal y por tanto, puede y debe armonizarse el trabajo sobre el PCN y la oferta de turismo cultural de manera integrada y armónica, con vistas a procurar el desarrollo también armónico de un turismo sostenible y desestacionalizado en nuestra ciudad, a la que entendemos debe ser capaz de generar y sostener dicho modelo de turismo desestacionalizado y alejado de la masificación.

Calles de Puerto Real.
Calles de Puerto Real.

En este sentido debería llevarse a cabo un “inventario de los recursos patrimoniales”, implementado por ejemplo a partir del desarrollo integral de la Carta Patrimonial de Puerto Real; debería realizarse un estudio valorativo (un diagnóstico real, no una aproximación ni un estudio solamente cuantitativo del estado de la cuestión) del potencial patrimonial de la localidad (basado en el PCN de la Villa y su estado) contemplado el mismo no solamente desde el prisma de su protección y su conservación sino también desde la perspectiva de la puesta en valor del Patrimonio Cultural y Natural portorrealeño considerado como un recurso económico esencial en el contexto del desarrollo local, como industria alternativa y como un yacimiento de empleo, como un elemento capital de estímulo para la implementación de un modelo sostenible del turismo cultural en nuestra ciudad.

Desarrollar, así pues, una “Carta del Patrimonio Histórico de Puerto Real” como una herramienta tanto de investigación como de gestión, así como de difusión de los valores del PCN y que se pueda desarrollar por fases y plasmar en diversos volúmenes articulados e independientes (pero coordinados) entre sí, un documento que englobe al Patrimonio monumental -desde sus diferentes perspectivas y naturalezas- y al arqueológico, pero también al natural, al medioambiental…, esto es, al conjunto del Patrimonio Cultural y Natural de la Real Villa. Esta Carta (que la vigente Ley del PCN de Andalucía recoge y preconiza) sería un instrumento que debería elaborarse en (y desde) la administración local de la ciudad, y que sin duda terminaría siendo -como es el objetivo- un instrumento imprescindible para la gestión de la ciudad; se trata, así pues, de un documento que no habría de quedarse sólo en ser un Catálogo Patrimonial local (lo que en sí no es poco), sino que debería ser una herramienta de construcción del futuro de Puerto Real.

Manuel Parodi
Manuel Parodi
Doctor Europeo en Historia, arqueólogo. Gestor y analista cultural. Gestor de Patrimonio. Consultor cultural.

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