18 C
Puerto Real
jueves, 21 noviembre, 2024
spot_img

Burguesía y nobleza ilustrada en la Bahía gaditana del Setecientos. Los de la Rosa portorrealeños (I)

[Este texto se publicó originalmente con el título de “Burguesía y nobleza ilustrada en la Bahía gaditana del Setecientos. Los de la Rosa portorrealeños” en la revista Espacio y Tiempo (Revista de la Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Sevilla), nº 13, 1999, pp. 165-183; lo presentamos ahora dividido en varias entregas para su mejor difusión, respetando el texto original de nuestra autoría; como en el caso de otros textos precedentes de similar naturaleza, aparece ahora por primera vez en este formato y en la web, de la mano de “Puerto Real Hoy”]

En el presente trabajo queremos completar -corrigiéndolas- diversas conclusiones que sobre la familia De la Rosa, poseedora del título condal de Vega Florida, hemos presentado en un precedente artículo («Algunas noticias sobre una familia ennoblecida en el Puerto Real del siglo XVIII: los Vega Florida», Actas de las VI Jornadas de Historia de Puerto Real, 1998, en prensa[1]); esta revisión es fruto de los nuevos datos obtenidos sobre la citada familia y se enmarca en la investigación general que sobre los Vega Florida y sus conexiones con la Villa de Puerto Real (Cádiz) venimos realizando, investigación que nos ha llevado a la autentificación y lectura de la lápida sepulcral de D. Francisco De la Rosa Levazor y su esposa, Dª. Manuela Arnaud (que se encuentra en la Iglesia Mayor Prioral de San Sebastián, en Puerto Real) así como a identificación de diversos miembros de la referida familia, y que sin duda nos permitirá ulteriormente presentar nuevas noticias sobre el papel de este conjunto familiar en el mundo político, social y económico de la Bahía de Cádiz en el Siglo de las Luces.

En la España del siglo XVIII contemplamos la aparición de una aristocracia de nuevo cuño, formada por individuos «nuevos» (esto es, por advenedizos) que acceden a los rangos de la nobleza titulada y pasan a formar parte así de la cúspide de la estructura social[2], todo ello en el marco que las transformaciones que el primer cuarto de la centuria acarrearán para los Reinos Hispánicos[3]. Tal configuración de otro segmento de la oligarquía nobiliaria va a tener como consecuencia la aparición de personajes (y títulos) igualmente «novedosos» en el escenario de la política española ilustrada; junto a los antiguos linajes y títulos con tradición histórica[4], aparecen «criaturas» de la Dinastía Borbón, instrumentos de su política reformista, en buena parte de los casos procedentes de familias secundarias de la misma nobleza de los Reinos de España y por ello relativamente próximos a los resortes del poder[5], o bien de escalones inferiores de la aristocracia (la hidalguía castellana, extensa y fundamental, tan bien retratada en otra época por Miguel de Cervantes); el tercer componente a considerar de esta nobleza estará formado por diversas personalidades extranjeras que encontrarán en la Corte de Madrid el campo ideal para su florecimiento social y político[6].

A nivel local podemos encontrar también exponentes de dicha «nueva nobleza» dieciochesca, formada por unos individuos que basan su status no en el dominio territorial y/o jurisdiccional sobre un determinado conjunto de tierras (un «señorío»), como el que en el siglo XVII ya había tratado de establecer la familia Díaz Pimienta sobre Puerto Real[7], sino en sus oficios, formación y actividades económicas (la denominada nobleza «de toga», frente a la tradicional nobleza «de espada»). Como ejemplo de ello encontraremos en la misma Villa de Puerto Real la presencia de burgueses ennoblecidos como el marqués de la Hermida, D. Francisco Guerra de la Vega[8]. Un exponente más de este mismo grupo estará representado por la familia de los De la Rosa, una rama de la cual ostentará el nuevo título (otorgado por recién instaurada Dinastía borbónica) de condes de Vega Florida[9]. Trataremos en las siguientes líneas de traer hasta el papel a varios componentes de dicho grupo familiar, a quienes hemos podido reconocer en función de la documentación consultada. De este modo intentamos trazar el retrato -a lo largo de la segunda mitad del Setecientos y hasta el primer tercio del Ochocientos- de una familia portorrealeña que bien puede servir para representar un modelo prototípico de la España Ilustrada.

PUBLICIDAD

Los miembros de la familia con los cuales se inicia nuestro estudio son D. Francisco de la Rosa y Levazor, conde de Vega Florida, y su esposa, Dª. Manuela Arnaud, que resultan ser los citados por la inscripción funeraria conservada en la cripta del Sagrario de la portorrealeña Iglesia Mayor Prioral de San Sebastián. Este D. Francisco de la Rosa y Levazor es mencionado por la «Unica Contribución» 1771 -documento conservado en el Archivo Municipal de Puerto Real, A.M.P.R.- (por lo que se hizo posible atribuir la fecha de octubre de 1772, que aparece en la lápida, a su fallecimiento) como propietario de más de 20 inmuebles urbanos en Puerto Real[10]. Como fruto de la investigación en la documentación del Archivo Municipal fue posible igualmente identificar a varios elementos integrantes del grupo familiar[11].

El reparto de atribuciones de los De la Rosa constituye un reflejo característico de las concepciones ideológicas y morales propias del Antiguo Régimen (de la nobleza del Antiguo Régimen, sería mejor decir), baste un somero examen para demostrarlo; uno de los hermanos -cabe suponer que el de más edad- habría heredado el título nobililiario[12], aunque en este caso particular se trate de uno de reciente creación[13], otorgado por Felipe de Anjou -Felipe V, primer Rey Borbón de España- a quienes habrían sido partidarios suyos y defensores de su causa, los De la Rosa, como pago y recompensa por los servicios prestados por los mismos en el marco de la Guerra de Sucesión Española (1700-1714).

El otro hermano (de los que venimos tratando), D. Nicolás -el menor de los dos, nacido en 1716- desempeña un oficio militar (es oficial de la Armada y juez subdelegado de Marina), al tiempo que goza del cargo -heredado de familia- de Alférez Mayor de la Villa[14] siendo el encargado, como tal, de ostentar el Pendón Real y llevar a cabo la proclamación de cada nuevo Soberano en la ceremonia que con tal objeto había de celebrarse a la muerte de un monarca y el ascenso al Trono de su sucesor. El cargo de Alférez Mayor en Puerto Real, según Moreno de Guerra, estaba en posesión de la familia Espino Salvago desde su creación en la Villa en 1580; de éstos habría pasado por matrimonio a los Hurtado Dávila (o Hurtado de Ávila), y de éstos a su vez e igualmente por matrimonio a la familia De la Rosa[15]. D. Nicolás, que unía a sus cargos el de Regidor perpetuo[16], vivía en 1798 -según el Padrón de habitantes de tal año- en la calle del la Cruz Verde Nº 1, y contaba -como su hermano D. Francisco- con no pocos bienes inmuebles en la localidad[17].

Francisco De la Rosa y Levazor habría tenido de su matrimonio con Dª. Manuela Arnaud una descendencia compuesta por varios hijos, entre los que destacaremos al heredero del título condal de Vega Florida. Este hijo, D. Francisco De la Rosa y Arnaud, nació en 1741 y heredó el título a la muerte de su padre, en 1772. Sabemos por el Padrón de 1798 que don Francisco De la Rosa y Arnaud vivía en tal fecha en el entonces número 72 de la calle de la Torre, hoy Real. Al título condal unía el rango de capitán de fragata de la Real Armada, con lo que podemos observar la estrecha vinculación existente entre esta familia portorrealeña y la Marina de Guerra (relación que podremos asimismo verificar más adelante por lo que respecta a otros miembros de la familia -pertenecientes a diferentes generaciones de la misma- y que ya viéramos en D. Nicolás de la Rosa y Levazor, juez subdelegado de Marina).

Otro hijo de Francisco De la Rosa Levazor -hermano por tanto de F. De la Rosa Arnaud- sería D. Joseph (grafía de la época para «José»), quien ejercía el ministerio sacerdotal y quien representa de este modo el elemento religioso en esta familia a la que vemos contar por tanto con «título», «militar» y «sacerdote», como es característico en los miembros masculinos de la nobleza castellana. A falta de más datos (cuyo estudio se encuentra en curso) podemos tan sólo especular con una relación entre el enterramiento de los Vega Florida («y sus herederos», según reza su lápida) en la Prioral portorrealeña y la existencia de una hipotética capellanía en San Sebastián -quizá a cargo de D. Joseph de la Rosa y Arnaud- dotada (subvencionada) por la propia familia y encargada de mantener los cultos (oraciones, misas…) acaso establecidos por las últimas voluntades de los De la Rosa -como era costumbre de la época- en memoria de los difuntos condes[18].

REFERENCIAS

[1] El texto referenciado estaba “en prensa” a la publicación original de este artículo; finalmente se publicaría, en efecto, en las Actas de las VI Jornadas de Historia de Puerto Real (M.J. Parodi Álvarez y J.M. Alcedo Torres, “Algunas noticias sobre una familia ennoblecida en el Puerto Real del siglo XVIII: los Vega Florida”, Actas de las VI Jornadas de Historia de Puerto Real. Puerto Real 1999, pp. 121-131).

[2] Se trata de una Sociedad estamentatal, dividida en tres bloques cerrados, los denominados Primer, Segundo y Tercer Estados, relativamente permeables entre sí (como demuestran los casos de burgueses ennoblecidos con títulos de hidalguía -nobleza menor-), los dos primeros de los cuales controlaban los resortes económicos y políticos. Esto no habría de cambiar hasta el triunfo de los principios y postulados de la Revolución Francesa a través de las revoluciones liberales de la primera mitad del siglo XIX. Cfr. el prólogo de J. Gaos a la obra de B. Groethuysen, La formación de la conciencia burguesa en Francia durante el siglo XVIII. F.C.E., Madrid 1981, pp. VII-XV. Queremos dejar constancia de nuestro agradecimiento al Dr. D. Vicente Fombuena Filpo por su atenta lectura de nuestro trabajo y por sus oportunas indicaciones, que han sido convenientemente incorporadas al texto.

[3] La Guerra de Sucesión Española (1700-1714), consecuencia de la muerte sin hijos de Carlos II (el llamado «Hechizado», último soberano de la Casa de Austria en España) se resolvería finalmente mediante las Paces de Utrecht, con el reparto de los territorios europeos de la Monarquía Española, lo que, no siendo aceptado por el flamante nuevo Rey español Felipe V, habría de arrastrar a España a diversas guerras en Italia en los veinte años siguientes a la firma de los acuerdos de Utrecht. Sobre los efectos de la Guerra de Sucesión en Puerto Real, vid. A. Muro Orejón, Puerto Real en el Siglo XVIII. Anales Universidad de Sevilla XXI, 1961. Sevilla 1962, pp. 39-ss.

[4] Aquéllos que habían protagonizado los avatares políticos de los siglos XVI y XVII españoles: los Medinasidonia, los Alba, los Uceda, los Lerma…

[5] Como ya había sido el caso en el siglo XVII de D. Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde de Olivares y más tarde duque de Sanlúcar la Mayor (mejor conocido por ello como «conde-duque de Olivares»), vástago de una rama secundaria de los Guzmán y que habría de alcanzar el valimiento y privanza de Felipe IV.

[6] Especialmente en los comienzos del siglo XVIII, en el reinado de Felipe V (recordemos al ministro Alberoni); esta tendencia se irá reduciendo con el paso de los años (frente a una mayor «españolización» de las élites), hasta el reinado de Carlos III (1759-1788), que supondrá un refortalecimiento de las influencias de personajes extranjeros, desde el mundo de la cultura, con los Sabatini, Scarlatti o Farinelli, hasta el mundo de la política, con personajes de la talla política del italiano marqués de Esquilache, Leopoldo de Gregorio.

[7] Acerca de los Díaz Pimienta y su frustrado señorío sobre Puerto Real (entre los años 1646 y 1676), vid. A. Muro, J.Mª. Cruz, I. Hernández y J.J. Iglesias, Los Pueblos de la Provincia de Cádiz. Puerto Real. Cádiz 1983, pp. 51-52.

[8] Vid. al respecto el trabajo de R. Anarte Ávila, «Don Francisco Guerra de la Vega: un burgués ennoblecido», en Actas de las II Jornadas de Historia de Puerto Real. Puerto Real 1994, pp. 31-57.

[9] Son llamativos algunos de los títulos creados por la nueva Dinastía: desde los Vega Florida portorrealeños a los Campoameno, Campoflorido, o Floridablanca.

[10] «Unica Contribución» de 1771 (Archivo Municipal de Puerto Real -en adelante A.M.P.R.-, legajo 216).

[11] En un principio, y en función de los datos con los que contábamos creímos haber localizado a tres hijos del matrimonio De la Rosa-Arnaud en total: un varón que heredó el título y dos hijas, así como a dos hermanos del conde, D. Nicolás De la Rosa y Levazor, oficial de la Real Armada y Alférez Mayor de la Villa, y D. Joseph De la Rosa y Levazor, sacerdote tonsurado, pero posteriores avances nos han llevado -gracias a las observaciones de D. M. Izco, a quien agradecemos su desprendida colaboración- a poder concluir que el clérigo D. Joseph De la Rosa era hijo -y no hermano- del conde D. Francisco De la Rosa y Levazor, por lo que sus apellidos eran «De la Rosa Arnaud».

[12] Dejaremos para capítulos posteriores de nuestra investigación general sobre esta familia ilustrada el estudio de las circunstancias en que el título llega a los De la Rosa y, más concretamente, a Francisco De la Rosa Levazor.

[13] Según F. González Doria (Diccionario Heráldico y Nobiliario de los Reinos de España. Madrid 1987, pg. 267), el titulo condal de Vega Florida fue «Concedido por Felipe V el 17 de mayo de 1706 a D. Nicolás de la Rosa Suárez, Capitán de Navío de la Real Armada. En 29 de diciembre de 1916 se expidió Real carta de sucesión a favor de D. Jaime Martos Zabálburu». Cabe reseñar al mismo tiempo cómo junto al condal existía otro título del mismo nombre («Vega Florida»), incluso de mayor antigüedad que el que nos interesa (y distinto rango, ya que se trata de un marquesado); en efecto, el título de marqués de Vega Florida habría sido concedido «…por Carlos II el 2 de mayo de 1691 a D. Gómez de Figueroa y Lasso de la Vega, Caballero de Santiago…» (vid. al respecto F. González Doria, loc. cit.).

[14] Acerca de los Alféreces Mayores de la Villa en el siglo XVIII, vid. A. Muro Orejón, Puerto Real en el Siglo XVIII, op. cit., pg. 10.

[15] Cfr. J. Moreno de Guerra, «Apuntes Históricos» en la Guía de Puerto Real de 1914, de R. Cózar, pg. 15.

[16] Sobre los Regidores portorrealeños en el Siglo de las Luces, cfr. A. Muro, op. cit., pp. 10-12.

[17] Padrón de Vecinos de 1798, A.M.P.R., Leg. 122.

[18] Conociendo la existencia de una lápida sepulcral en la cripta de la Capilla del Sagrario de la Iglesia Mayor Prioral de San Sebastián, solicitamos permiso al Sr. párroco, D. Fructuoso Antolín Camacho, para poder estudiarla y llevar a cabo su lectura y transcripción completa. Visitada la cripta y comprobada la dificultad de la labor por la suciedad que cubría la lápida, por la cantidad de materiales de todo tipo acumulados en torno a ésta (debido a que dicha cripta venía siendo utilizada como trastero, pese a encontrarse justo bajo el Sagrario del templo), y por el desgaste del texto (desgaste que se apreciaba a simple vista), comprendimos que sería necesaria una limpieza previa del mármol. Las medidas de la lápida son: 1’55 m. x 66 cm de superficie y 9 cm. de grosor. El trabajo se realizó en los meses de noviembre-diciembre de 1996. Se procedió en primer lugar a la limpieza de la superficie del mármol de la losa, con el resultado de la identificación inicial de algunas letras sueltas y sin aparente relación entre sí: la fecha de «1772», y el nombre «MANUELA», reconocible sin lugar a dudas. Ello nos llevó a considerar que la identificación tradicional de la lápida fuera incorrecta, ya que ésta era atribuida al sepulcro del regidor D. Gutierre de Cetina (S. XVII) por la bibliografía local consultada (especialmente Moreno de Guerra –op. cit., pg. 12- y Muro Orejón –op. cit., pp. 17 y 36) que trataba de enterramientos en la Prioral y del personaje (y la familia) de Cetina. En un segundo paso, se continuó con la limpieza de la lápida, apareciendo más letras del epígrafe, mas por la suciedad del mármol y la cantidad de letras incompletas no se podía eventualmente arriesgar una primera e hipotética lectura del texto que iba apareciendo de forma paulatina y disconexa. Una vez limpia la totalidad de la superficie (limpieza ésta que se realizó con medios no agresivos -agua sin elementos químicos, básicamente), procedimos a leer las palabras visibles con claridad, siendo identificada una «Dª. MANUELA (….)» y un «D. FRAN. DE LA ROSA Y (…)», además de aparecer con toda claridad el título de «CONDE DE VEGA FLORIDA» y la fecha de 1772 (visible desde un principio). Todo ello nos llevó a rechazar definitivamente la hipótesis tradicional, que relacionaba la aparente sepultura con un notable personaje local del siglo XVII. Siguió a lo ya dicho el estudio del epígrafe, complementado por la investigación llevada a cabo en el Archivo Municipal (A.M.P.R.); fruto de esta investigación fue posible identificar a D. Francisco de la Rosa y Levazor, conde de Vega Florida, y a su esposa, Dª. Manuela Arnaud, quienes resultaron ser los personajes mencionados en la inscripción. Fue igualmente posible identificar a los hijos del matrimonio y otros miembros de la familia. Tras la labor de investigación bibliográfica y de archivo, se completó la lectura del texto de la lápida, que reza como sigue:

– 1.           ESTA SEPVLTVRA ES (PROPIEDAD) DE D FRAN. DE LA R(OS)A Y LEVAZOR Y DE SVS H(E)R.

– 2.                                               CONDE DE                   V(E)GA FLORID(A)

– 3.                                                   AQUI           YAZE       D́. MANVELA

– 4.                                                  A(R)NAVD       MVGER           DE

– 5.                                                          D   F(R)AN.   DE   LA   ROSA

– 6.                                                                Y       LEVAZOR       QVE

– 7.                                                                     FALLECIO       EN

– 8.                                                                      /0 DE FEB(R)E(R)O

– 9.                                                                                 DE     I7/I

– 10.                                                F(A)L(L)ECIO   EN             I0   DE     OC

– 11.                                           DE                                                                            I772

– 12.                                                   (REQ)V(IES)CA(NT)        IN PACE

* Transcripción del epígrafe:

«Esta sepultura es (propiedad) de D. Fran(cisco) de la R(os)a y Levazor y de sus her(ederos) / Conde de V(e)ga Florid(a) / Aquí yaze D(oña) Manuela / Arnaud, muger de / D(on) Fran(cisco) de la Rosa / y Levazor que / falleció en / (?)0 de febrero / de 17(?)1 / F(a)lleció en 10 de oc(tubre) / de 1772 / (Req)u(ies)ca(nt) in pace»

Las líneas 1 y 2 forman un arco doble en la cabecera de la lápida. Bajo éstas se sitúa el escudo condal de los Vega Florida; la composición del escudo no ha podido ser identificada con el simple estudio de la lápida por el mal estado en el que ésta se encuentra.

Las líneas 3-9 se refieren a la condesa, con la fecha de su deceso, identidad y filiación.

Las líneas 10-11 presentan una dificultad añadida, puesto que por el estilo de letra utilizado, por el tamaño de las letras y por presentar una fecha distinta a la anterior (10-OC-1772 frente a (?)0 de febrero de 17(?)1) queda claro que no se refieren a Dª. Manuela Arnaud. Dado que no aparecen acompañadas por ningún nombre, y visto que D. Francisco De la Rosa y Levazor aparece en la «Unica Contribución» de 1771, pero no en los documentos del A.M.P.R. posteriores a dicha fecha, cabe sostener (como adelantábamos supra) que esta última parte de la inscripción hace referencia al propio conde de Vega Florida, D. Fran(cisco) De la Rosa, quien se la lega «a sus her(ederos)». Así, el año de su óbito sería 1772.

La línea 12 presenta la habitual sentencia cristiana que ruega por el descanso eterno de los fallecidos: «requiescant in pace» («descansen en paz»), muchas veces abreviado (no en este caso) en «R.I.P.»

Cabe manifestar a título informativo que tras la limpieza de la cripta y el estudio de la lápida, merced al interés del R.P. D. Fructuoso Antolín Camacho y a la desinteresada labor de D. José Mª. Alcedo Anillo y sus colaboradores (a todos los cuales debemos expresar nuestro agradecimiento por las facilidades por ellos prestadas para la realización de la primera parte de este trabajo, la que se refiere a la lectura in situ del epígrafe), la citada cripta de la Sacramental continúa albergando la lápida sepulcral de los Vega Florida, habiendo sido dignificado dicho espacio, siendo recuperado como oratorio para el servicio de la Prioral.

Manuel Parodi
Manuel Parodi
Doctor Europeo en Historia, arqueólogo. Gestor y analista cultural. Gestor de Patrimonio. Consultor cultural.

Artículos Relacionados

- Advertisement -
- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img

Opinión

error: El contenido está protegido.