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jueves, 31 octubre, 2024
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Apuntes sobre los paisajes de Puerto Real (I)

El paisaje rural es el resultado, contemplado y considerado en un momento dado, de una serie de acciones e interacciones, que conjuga de una parte al paisaje natural primitivo (si es que se conserva algo del mismo en entorno fuertemente antropizados desde antiguo, como es el caso de nuestro contexto) y de otra del paisaje natural modificado por la mano del hombre a lo largo de los siglos. Este último es fruto de las acciones antrópicas llevadas a cabo de manera diacrónica durante diferentes periodos de la Historia, unas acciones -desde la perspectiva dialéctica del materialismo, por ejemplo- realizadas siempre desde una voluntad y con una motivación económica- con las que se ha buscado siempre la mejora de las condiciones de vida de las comunidades que las ejecutaban, a título general, y de los individuos que las protagonizaban, a título individual.

Atendiendo a lo anterior, y centrando nuestro interés en los paisajes del Término Municipal de Puerto Real, intentaremos acercarnos al mismo considerando sus aspectos formales, funcionales, emotivos y estéticos para de esta forma tratar de acercarnos asimismo a la comprensión de los porqués del estado del medio en la actualidad y de la necesidad de su conservación.

Nuestros paisajes se configuran, como decimos, esencialmente como el resultado de las distintas actividades económicas que a lo largo del tiempo se han realizado sobre el terreno, dándose unos usos determinados a los distintos tipos de suelos según sus calidades, su naturaleza, la orografía y humedad, y las capacidades específicas de producción de los mismos. Estos fenómenos, unidos a factores históricos y sociales dan forma a las claves básicas que sirven para comprender la distribución, evolución y los cambios del medio (y no sólo el rural) con el paso de los años (cuando no de los siglos) y la dedicación a usos concretos de dichos suelos, de dichos paisajes.

Factores a tener en cuenta a la hora del estudio de los paisajes de Puerto Real han sido y son algunos como los relativos a la distribución de la población y los agentes etnográficos y antropológicos propios de la zona, componentes éstos que han influido en gran medida sobre la estructuración (y la evolución) posterior del medio. Los usos y los modos económicos van además de la mano con los modos de vida y las tradiciones, la arquitectura tradicional, las parcelaciones del terreno y sus cercas o los diferentes métodos de cultivo y de explotación de cada uno de tales espacios son asimismo factores muy relevantes de cara a poder llevar a cabo un análisis minucioso (lo que no es el caso del presente texto, que solamente planteará algunas líneas maestras de la cuestión) del terreno a estudiar.

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Vuelvepiedras en el Paseo Marítimo de Puerto Real.
Vuelvepiedras en el Paseo Marítimo de Puerto Real.

Nuestro territorio brinda al observador una serie de paisajes que constituyen un Patrimonio esencial de nuestra propia identidad, de nuestra Cultura, formando de manera inseparable parte de ellas. Por esto es necesaria la búsqueda de un equilibrio entre componentes humanos y naturales que, de cara a la mejor preservación del conjunto, aunen los indisociables factores de desarrollo y conservación de este imprescindible conjunto de valores que conforma los perfiles de nuestro Patrimonio Natural y Cultural (PCN).

Puerto Real posee un extenso término municipal que abarca una superficie total de 196,7 km2, lo que le hace ocupar (en extensión) el segundo lugar en el conjunto de los distintos municipios que componen el marco geográfico y administrativo de la Bahía de Cádiz -tras Chiclana de la Frontera- y el undécimo puesto ya a escala provincial. Este término municipal linda con los de El Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera, Medina Sidonia, Chiclana de la Frontera y San Fernando[1].

Estos casi doscientos kilómetros ofrecen una gran riqueza de paisajes y formas naturales y espaciales muy ricas contando cada de las mismas con una función, un interés específico y unas potencialidades propias, destacando en ellas la combinación de una serie de elementos sustanciales que dotan de una idiosincrasia y personalidad propias a nuestro término. Todo ello es fruto de una ininterrumpida evolución a lo largo de la historia de estas tierras, una evolución que con el transcurrir del tiempo ha dejado su huella en el medio físico de acuerdo con las necesidades de la población en su devenir histórico. Así, el paisaje se convierte en el reflejo de la sociedad que lo modela (y sobre la que a la misma vez este paisaje no deja de actuar), siendo una realidad en permanente evolución.

Nuestro entorno ha ido cambiando en función de las necesidades y los intereses de aquellos que nos precedieron; muy posiblemente, antes incluso de la Fundación de la Villa de Puerto Real en 1483, gran parte de su actual territorio –como sabemos, integrado entonces en el enorme término municipal (alfoz) del gran realengo del Sur, Jerez de la Frontera- estaría cubierto por grandes masas forestales[2]. Creada la   la nueva población como núcleo independiente, se desarrollaría una agricultura que habría de avanzar sobre (y a costa de) estos espacios verdes merced a la riqueza y la fertilidad de su suelo, de la abundancia de aguas para regarlo y del propio hecho repoblador del territorio en cuestión. A finales del siglo XVI (transcurrido un siglo desde la Fundación) se contaban en la Villa 400 vecinos, no pocos de los cuales vivirían de las viñas, del campo y de las salinas[3], y un siglo más tarde aún, a fines del Seiscientos, tenemos noticia de cómo el territorio de la Real Villa es llano y rico en pan, en vino, frutas y ganado[4].

Noria de Autrán / Foto: Taller de Empleo "El Almendral"
Noria de Autrán / Foto: Taller de Empleo «El Almendral»

En un siglo de prosperidad de la población como sería el siglo XVIII –en buena medida como es sabido gracias al peso del comercio con América desde la Bahía de Cádiz especialmente una vez producido el traslado de la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz en 1717- la campiña portorrealeña se pone al servicio de esta renovada fuente de riqueza que habría de ser la Carrera de Indias. La agricultura de nuestro término se dispone a atender dicha demanda y con ello nuestro paisaje tomaría nuevas sendas. En este sentido ello se pondrían en carga económica activa terrenos hasta entonces baldíos y continuaría el retroceso de la superficie forestal, compuesta en su mayor parte por pinares y monte bajo mediterráneo. Los principales productos de nuestra campiña por esas fechas sería el vino seguido por el aceite, lo que nos pone antela evidencia de la gran cantidad de viñedos y olivares que por aquellos tiempos debían existir en Puerto Real y que de manera notable marcarían los ritmos, incluso los estéticos y visuales, de buena parte de nuestro término municipal.

Con posterioridad, ya en el siglo XIX, la agricultura local sería deficitaria para la economía y los abastos de la ciudad, ya que el consumo de productos agrícolas era tres veces superior a la producción de nuestras tierras puesto que una gran parte del término municipal portorrealeño seguiría sin cultivar, cubierto por pinares y monte bajo. En líneas generales habría de ser el XIX un siglo de menores alteraciones paisajísticas que el XVIII.

Iglesia, ahora Centro Cultural, de San José.
Iglesia, ahora Centro Cultural, de San José.

Con la llegada del siglo XX comenzarían a conformarse paulatinamente las líneas maestras del paisaje que en la actualidad, en los primeros lustros del siglo XXI, podemos contemplar en el término local portorrealeño. Acaso las zonas del mismo que han conocido una menor transformación en los últimos tiempos sean las localizadas en el ámbito más interior de nuestro territorio (las más alejadas del contexto litoral del mismo), que en buena medida vienen a ser ocupadas por grandes propiedades. En lo que atañe a las zonas más cercanas al casco urbano y a la franja litoral, éstas experimentarían en el pasado siglo una notable transformación paisajística.

En un primer momento surgirán las fincas de recreo[5] creadas por la burguesía gaditana que contribuirán a continuar con la modificación del paisaje agrario existente, mientras a lo largo del Novecientos se producirán parcelaciones de grandes fincas en entidades más pequeñas lo que a su vez contribuiría a la modificación de la anterior estructuración agraria de las propiedades. Amplias zonas de marisma se verán también muy alteradas por la acción humana, especialmente por rellenos orientados a la creación de polígonos industriales) o desecaciones (como intento de uso agrario de estos peculiares espacios en época franquista, con nulo respeto por sus valores naturales y medioambientales), cuestiones que darán lugar al daño y la merma de relevantes zonas de un gran valor ecológico. La pérdida de masa forestal asimismo avanzaría a grandes pasos, debido sobre todo a motivos especulativos o al incremento de zonas de cultivo.

Tal habría de ser -expuesta de manera esquemática y en líneas generales- la evolución del medio físico portorrealeño a lo largo de su Historia. En la actualidad poseemos una serie de paisajes que son fruto de esta evolución, observándose dentro de éstos una serie de unidades paisajísticas menores y bien diferenciadas entre sí, cuestión a la cual continuaremos aproximándonos en los párrafos de la próxima semana.

REFERENCIAS:

[1] Estos datos pueden ampliarse en la web del Instituto de Estadística y Cartografía de la Junta de Andalucía,   http://www.juntadeandalucia.es/institutodeestadisticaycartografia/sima/ficha.htm?mun=11028

[2] Esta imagen del “Puerto Real verde”, de Puerto Real como “pulmón de la Bahía” (tan conocida) no es nueva, pues ya desde la Fundación de la Villa se habla de los espesos montes de nuestro término municipal.

[3] Apunte que proporciona Agustín de Horozco en su obra Historia de la ciudad de Cádiz, (redactada en 1598 y publicada en Cádiz por Manuel Bosch, en 1845…); sobre el particular, vid. A. Muro, Puerto Real entre el pinar y la mar. Cádiz 1983, pg. 59.

[4] Como señala el carmelita descalzo fray Jerónimo de la Concepción en su Emporio del Orbe. Cádiz Ilustrada, obra publicada en Amsterdam en 1690; vid. también sobre este apunte A. Muro. op. cit., pg. 61.

[5] Estos “recreos” burgueses (tan propios de la época y que se encuentran asimismo en otras localidades, y no sólo en el seno de la actual provincia gaditana) darían incluso nombre a determinadas zonas cercanas a la población, que serían conocidas como “Los Recreos”; ver sobre este asunto, e.g., el mapa Croquis de las vías pecuarias del término municipal de Puerto Real. IARA [1:25.000]; igualmente, y sobre esta cuestión, es posible cfr. la web http://www.juntadeandalucia.es/medioambiente/site/portalweb/menuitem.7e1cf46ddf59bb227a9ebe205510e1ca/?vgnextoid=0670fbb8ad376210VgnVCM1000001325e50aRCRD&vgnextchannel=ffd439b8301f4310VgnVCM1000001325e50aRCRD

Manuel Parodi
Manuel Parodi
Doctor Europeo en Historia, arqueólogo. Gestor y analista cultural. Gestor de Patrimonio. Consultor cultural.

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