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jueves, 30 enero, 2025
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Sólo maldita austeridad 

El Ayuntamiento tiene dinero para hacer las viviendas de alquiler y para arreglar el pabellón. Concretamente 23,7 millones del remanente de tesorería. Pero las nefastas leyes de austeridad impiden que pueda realizar este gasto, incluso aunque se haga con prudencia.

Recientemente hemos recibido la triste noticia de la caída del proyecto de construcción de 45 viviendas al inicio de Casines. El desenlace de este  importante proyecto cayó como un jarro de agua fría al actual gobierno, que había puesto muchas esperanzas en él, ya que el acceso a una vivienda digna se está convirtiendo en un verdadero vía crucis para buena parte de la ciudadanía y este proyecto era una humilde contribución a ayudar a resolver este problema. Por lo menos para 46 familias de Puerto Real.

Las viviendas iban a realizarse con el remanente de tesorería, que dicho muy resumidamente viene a ser el superávit acumulado del Ayuntamiento. Nuestros ahorros. Nuestros sufridos ahorros después de casi 3 lustros con tasa de reposición cero (sin contratar gente) y con una pérdida notable de servicios a la ciudadanía. Según las leyes de austeridad que nos impone la UE este dinero debe emplearse en cancelar la deuda pendiente del Ayuntamiento. Pero esta obligación quedó suspendida por la pandemia hasta el pasado ejercicio 2024. En el presente año, con la normativa de austeridad en vigor, estos fondos deben emplearse en cancelar deuda. Dicho de otro modo, la pasada era la última oportunidad (probablemente en mucho tiempo) de emplear el dinero que tiene ahorrado el Ayuntamiento en mejorar la vida de la gente en lugar de pagar a los bancos.

El actual Gobierno Municipal, al contrario que el anterior, quiso apostar fuerte por la vivienda y usar el remanente para este fin. Ya lo hizo en el ejercicio anterior y consiguió sacar adelante una promoción de 14 viviendas en la Degollada que está desarrollando la empresa pública EPSUVI. En el presente 2024 intentó lo propio con las 45 de Casines pero por problemas administrativos sobrevenidos a última hora ha sido imposible.

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Paso de puntillas por las rancias críticas de la oposición, que acusan de no gestionar bien cuando ellos en su mandato ni siquiera intentaron usar el remanente para éstos menesteres. Como ha ocurrido con las subvenciones a los clubes deportivos, si tu no lo hiciste, al menos ten la dignidad política de no criticar al que lo hace, aunque sea con sus problemas y limitaciones. Pero este artículo no es para hablar de la inerme oposición de Puerto Real, sino para intentar sacudir las conciencias de la gente de izquierda de este pueblo.

Hay que presentar batalla frente a la austeridad. Es un marco ideológico que nos han impuesto bajo una pátina de responsabilidad económica y que sin embargo es el caballo de Troya con el que nos imponen todos los recortes. Una estrategia bien calculada para desmantelar poco a poco lo público y nuestro ya raquítico estado de bienestar.

En el caso municipal es sangrante. Tenemos 23 millones de euros y no podemos gastarlos en lo que democráticamente decidamos. Ni siquiera aunque ya pagamos al año alrededor de 4 millones a los bancos de un presupuesto de 37. ¿No es ya eso suficiente castigo por los pecados del pasado?

No defiendo, ni mucho menos, que los Ayuntamientos tengan libertad para cometer irresponsabilidades y despilfarrar. Pero sí poder emplear nuestros ahorros en dar servicios fundamentales a la ciudadanía siempre dentro de un marco que no genere aumento de la deuda municipal. Si el presupuesto cuadra, tenemos derecho a gastar el superávit en mejorar la vida de la gente. Tan simple como eso.

La lucha contra la austeridad es una batalla que la izquierda tenemos muy abandonada. Incluso vemos a políticos de izquierda presumir de haber sido los más austeros del mundo. Pero es un discurso falso. El reciente ejemplo más significativo es ver a líderes europeos manifestar que el gasto en defensa no va a contabilizar para el déficit. ¿Pero esto qué es? ¿Austeridad selectiva según me convenga?

Lo que debe decir la izquierda es que lo que no debe contabilizar para el déficit es un aumento notable en el gasto en sanidad y educación. Y de paso que el Ministerio deje gastarnos a los ayuntamientos nuestro sufridos ahorros en vivienda, pabellón y lo que nos dé (democráticamente) la gana.

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