Recogemos los recortes que la tormenta de aceite ha dejado en la prensa. Un reguero de especulaciones, una versión sesgada, una gestión tardía y nefasta de una crisis que ha puesto la política de Puerto Real en el centro de la triste palabra corrupción. Ya el sello está grabado a fuego, digan lo que digan, la carnaza del político que se llena los bolsillos es más jugosa que la del declarado inocente.
Es en situaciones como las acontecidas cuando se debe dar el do de pecho, cuando hay que justificar el sueldo y el nombre del cargo. Aún suena el eco de aquel “nuestro gabinete jurídico lo está estudiado” que respondía Peinado a las incesantes preguntas de la periodista Libertad Paloma en la Cadena SER. La misma frase que mantuvo durante 48 horas mientras la pólvora del cuchicheo y la duda del mangoneo se imprimían al antojo seguidas del nombre de Puerto Real.
La falta de profesionalidad en este pueblo no es castigada, todo lo contrario. Ya estamos todos acostumbrados a esperpentos municipales de todas las categorías (arquitectónicas, culturales, urbanísticas…). Esta vez le ha caído al gabinete municipal de comunicación, que ha pecado de miope, no ha visto venir un golpe que estaba anunciado y que podría haberse evitado con una buena política de comunicación. Sólo había que aplicar la lógica: si tu no explicas, otros lo harán por ti.
Lo ya inevitable es la falta de responsabilidad y miras, nadie se ha percatado que Puerto Real se ha proyectado al exterior como una localidad con políticos que presuntamente han adjudicado a dedo servicios públicos. Esta mala prensa se paga con falta de inversores o lo que es peor, como efecto llamada para buitres sin escrúpulos acostumbrados a pagar bien los favores.
Hay de dejar de mirar hacia arriba y no olvidar inclinar el cuello hacia abajo para querer y mirar más por el suelo que se pisa.
Excelente artículo con foto con muy mala cara.