Estamos en un momento clave, o la localidad empieza a tirar hacia delante o nos quedaremos con el sambenito de ser una ciudad que no evoluciona. No podemos dejar la modernidad sólo para el bulevar del soterramiento. El Ayuntamiento debe buscar un modelo identitario que devuelva la dignidad a nuestras calles y plazas. Los puertorrealeños paseamos por unas calles que hemos dejado de reconocer, nos sentamos en plazoletas que nada tienen que ver con el sentimiento que Puerto Real causa en los que somos de aquí.
No podemos pedir que se cuide algo que han hecho sin tenernos en cuenta. Nadie se ha preocupado en implicarnos como ciudadanos en las tareas que nos corresponden como pueblo. Llegados al poder, no hay nexo de unión entre los políticos y sus electores, al final se rompe algo tan básico para democracia como es la Participación Ciudadana.
Aunque para mejorar la imagen exterior sólo hay que tener ojos en la cara y preocuparnos de cosas tan sencillas como los contenedores. En Puerto Real tenemos un servicio de recogida de residuos envidiable a pesar de estar pendiente de una gran transformación que el centro urbano pide a gritos. No es de recibo que terrazas de bares como La Plaza o Las Golondrinas compartan espacio con una hilera de contenedores, foco de olores e infecciones. Al igual que es ilógico que el camión de la basura tenga que invadir las aceras de las calles del centro para pasar. El soterramiento de basuras en las ciudades del entorno arroja cifras positivas que, entre otras, supone un descenso del lamentable vandalismo y el conceso ciudadano.
Puerto Real tiene que buscar los medios presupuestarios para asumir esta transformación que además de estética, tiene como ventajas el abaratamiento de los costes, el fácil acceso para discapacitados y niños, la limpieza y la recuperación de espacios.
