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jueves, 21 noviembre, 2024
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La piedra de Las Canteras de Puerto Real

Uno de los espacios emblemáticos de Puerto Real es, sin lugar a dudas, nuestro pinar de Las Canteras, una de las señas de identidad indiscutibles y más destacadas de entre las muchas con las que cuenta el Patrimonio Cultural y Natural de la Real Villa portorrealeña.

Las Canteras forman parte no sólo de nuestro paisaje natural, de ese entorno verdaderamente privilegiado en el que se inserta la Villa de Puerto Real, o de nuestro contexto histórico y patrimonial local, sino que se insertan en el (por así decirlo) ADN portorrealeño, entre los elementos de nuestro bagaje patrimonial sentimental, entre las cosas y cuestiones que entendemos como verdaderamente nuestras, como verdaderamente integrantes de nuestra geografía emocional colectiva como pueblo, como conjunto humano, como cuerpo social.

Sabido es que el Pinar de Las Canteras es, en lo que se refiere a Puerto Real, un espacio de la identidad local, que guarda una estrechísima relación con el paisaje personal de todos los portorrealeños nativos y de adopción, y que cuestiones como las que guardan relación con el medio ambiente, la cultura, la historia de la Villa, las festividades locales, actividades de índole deportiva y aun las de naturaleza religiosa, tienen en Las Canteras un marco y un reflejo que todo portorrealeño puede entender de manera inmediata.

Desde mediados del siglo XIX el paraje de Las Canteras -devenido espacioso pinar- venía siendo empleado (y disfrutado) por los portorrealeños como lugar de recreo y descanso, convirtiéndose de esta forma en uno de los rincones más solicitados a la par que cargados de identidad de la Villa, quedando ya atrás y casi en el espacio nublado del olvido los años (no breves en su sucesión) en los cuales las cuadrillas de canteros arrancaban de sus entrañas la tan popular como necesaria piedra ostionera.

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Catedral de Sevilla y La Giralda
La Catedral de Sevilla tiene piedra de Las Canteras de Puerto Real

Sabido es que a principios del siglo XX, el propio pueblo llevaría a cabo -a través de una cuestación- la adquisición de los pinares de Las Canteras, que de ese modo pasarían definitivamente (y de nuevo) a ser una propiedad de todos, un bien de todos los habitantes de la Villa (y sobre ello hemos tenido ocasión y modo de escribir en otros sitios, en ocasiones precedentes), y sabido es que en las entrañas de esos pinares se encontraba la piedra ostionera de la cual se nutriría el primigenio casco urbano de Puerto Real (hoy, casco histórico de la Villa) para su génesis como Fundación de la Corona Castellana (mucho hay por descubrir aún sobre los antecedentes del poblamiento en esta zona antes de 1483…), así como para su crecimiento urbanístico a lo largo de la Edad Moderna.

Las piedras de Las Canteras no sólo se utilizaron para la ejecución de obras públicas y privadas en Puerto Real, sino que también abastecieron a localidades cercanas, principalmente a la ciudad de Cádiz, la cual demandaba piedras para sus murallas y edificaciones; incluso algunas obras tan relevantes como la misma Catedral de Sevilla se levantarían (al menos en parte) con piedra procedente de Las Canteras (nótese la minúscula: no empleamos el término como nombre propio del pago en esta ocasión, sino refiriéndonos al uso económico de la zona como fuente de piedra para la construcción en época Moderna) portorrealeñas.

Las primeras referencias sobre la existencia de canteras en el término portorrealeño datan del año 1547, momento en el cual se están construyendo tanto la Iglesia Prioral de San Sebastián en nuestra Villa, como la Capilla Real de la Catedral hispalense, y ambas edificaciones se venían empleando los materiales extraídos de una cantera denominada de “Barguetas”, quizá anterior denominación del sitio o pago de Troya (esto es, Las Canteras), tal como ya pondría de manifiesto en su bibliografía histórica el profesor Antonio Muro Orejón.

Ya con el apelativo de sitio de Troya (que se corresponde, como sabemos, con el actual parque de Las Canteras) encontramos noticias desde el año 1638. En las actas capitulares portorrealeñas se recoge la siguiente petición realizada por el capitán Juan Bautista Corbachino y el alférez Juan de Ribera:

            …piden que se les dé licencia para sacar de la pedrera de Troya piedra para los fuertes del Puntal y Matagorda, en virtud de las órdenes que tienen de su Majestad y de los Capitanes Generales…

Castillo de Matagorda, en Cádiz
Castillo de Matagorda, en Cádiz

La piedra de este pago portorrealeña sería solicitadas para recomponer el baluarte de Puntales, en Cádiz, y el castillo de La Matagorda, arruinado ya, justo al frente del anterior, en la banda portorrealeña de la boca interior de la Bahía. Estas obras militares entrarían a formar parte de la política de fortificación de la plaza de Cádiz y de la defensa de su Bahía que se desarrollaría durante las primeras décadas del siglo XVII, una política que tomaría impulso tras el desastre gaditano de 1596, cuando los ingleses (con ayuda de los rebeldes holandeses), comandados por el conde de Essex asaltarían la ciudad de Cádiz, vulnerando su por entonces pobre sistema defensivo, y tomando durante un efímero lapso de tiempo el núcleo gaditano, tras el cual sucedido la Corona decidiría reforzar convenientemente las defensas de la Bahía gaditana haciendo de ella una fortaleza inexpugnable, como demostrarían en buena medida los hechos históricos posteriores.

A comienzos del ilustrado siglo XVIII las canteras del sitio de Troya seguirían activas, y su piedra se utilizaría para levantar las aún en notable proporción existentes murallas de la ciudad-fortaleza insular de Cádiz. Así se puede observar a través del testamento otorgado en octubre de 1700 por el gallego Domingo Álvarez, vecino portorrealeño:

...tengo por mis bienes una cantera en el sitio de Troya, que es bien conocida, con toda la piedra y cantería que hay en ella (…) don Alonso Cerezo, regidor perpetuo de esta villa, a cuyo cargo está la intendencia de la cantería que de esta villa se lleva a la ciudad de Cádiz para la fábrica de sus murallas, me es deudor de la cantidad de reales que constare de su libro de cuenta y razón, procedido de cantería que le he dado para las dichas murallas (…) tengo diferentes jornaleros en dicha mi cantera…

Baluarte de los Mártires, en Cádiz
Baluarte de los Mártires, en Cádiz. / Foto: Tritones Blog

Por esos años, concretamente desde principios del mes de marzo de 1697 se empezaría a construir también en Cádiz, e igualmente con piedras procedentes (en buena medida) de las canteras portorrealeñas, la muralla de la parte de Capuchinos, pues desde el Baluarte de los Mártires hasta la zona de la Catedral estaba aún todo abierto al mar, un lugar desprovisto de defensas por el cual podían bajar y subir a la ciudad desde el mar quienes quisieran, sin un verdadero control por parte de la autoridad, y con la consiguiente merma de las condiciones defensivas del núcleo gaditano; estas obras, a resultas de las cuales mejoraría notablemente la protección de la ciudad seguían en curso en 1700.

Las canteras del pago de Troya (nuestro popular pago de Las Canteras), que posiblemente se habrían encontrado activas desde la primera mitad del siglo XVI habrían visto aumentar su productividad en las últimas décadas del Seiscientos, coincidiendo con el paulatino crecimiento demográfico y constructivo de la ciudad de Cádiz; por ello y de este modo, en esos mismos años se abrirían nuevas explotaciones en este lugar, tal como observamos en una de las cláusulas de la carta de última voluntad del jerezano José Bello:

…declaro que yo abrí una cantera en el sitio que llaman de Troya desta villa, y por ser pobre y no poder beneficiarlo le di parte de ellas a don Pedro Lavel, en conformidad de que la mitad de ella fuera del dicho don Pedro y la mitad mía, quedando fuera de este ajuste un pedazo de frente de cantera que es la del Hoyo, que tira al monte…

El casco histórico de Puerto Real es, en líneas generales, una suerte de reflejo de las antiguas canteras de piedra, ya agotadas de largo, que se ubicaban en el viejo Pago de Troya, hoy Pinar de Las Canteras (así como en su proyección, si bien han perdido la conexión física inmediata y con ello la continuidad como espacio verde, de la Pinaleta de Derqui -tras la piscina municipal).

Escaleras del Paseo Marítimo de Puerto Real
Escaleras del Paseo Marítimo de Puerto Real

Los monumentos, las iglesias, las casas históricas, de nuestro Casco Viejo son fruto de las entrañas de la antigua cantera, y las piedras que dan forma a los perfiles de este espacio urbano histórico guardan la memoria del mar que se fue y de la cantera en que se criaron y de la que fueron arrancadas hace siglos, para levantar las habitaciones de los portorrealeños.

Este Casco Histórico nuestro se levantó con la piedra de Las Canteras, por lo que no es aventurado señalar que en buena medida el solar histórico de la Villa es “hijo” de las canteras de piedra ostionera que hoy pintan de verde nuestro paisaje, de modo el caserío patrimonial de Puerto Real y Las Canteras constituyen una suerte de libro abierto, siendo cada uno de estos espacios, el patrimonial monumental y el patrimonial natural, una de las mitades de ese libro que no se entiende, como conjunto, sin la unión de ambas mitades, Casco Histórico y Pinar de Las Canteras.

La Villa de Puerto Real es hija de la vieja cantera que hoy se cubre del verde del Pinar, y todo portorrealeño lleva en su memoria sentimental la huella indeleble de esa unión indisoluble.

Manuel Parodi
Manuel Parodi
Doctor Europeo en Historia, arqueólogo. Gestor y analista cultural. Gestor de Patrimonio. Consultor cultural.

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