El Ateneo Republicano de Puerto Real ha emitido un comunicado, firmado por Lola Sanisidro, donde dan su punto de vista del discurso ofrecido por Felipe VI en la noche del martes sobre los últimos acontecimientos políticos acaecidos en el país:
«Decepcionante, muy decepcionante fue el discurso del rey. En la forma y, sobre todo, en el fondo. Remachar, una y otra vez, la vieja idea de que la Constitución del 78 es el sostén de la Corona, y que la Corona es la garante de la Constitución, resulta puerilmente cansino.
Lo que cambia las cosas es que en este ambiente degradado, como de fin de ciclo, hoy ya no se sabe quién sostiene a quién. Tal es el clima crepuscular de fin de reinado que ya no se sabe si la escalera se apoya en la pared o es la pared la que se apoya en la escalera. Y la impresión general es que el tingladillo de la farsa se sostiene a duras penas.
Flaco favor le han hecho quienes le redactaron el discurso para esconder tras él la inoperancia del gobierno del PP y su incapacidad para gestionar esta crisis.
Miope la mirada que ignora una movilización ciudadana que no ha sido solo de independentistas sino también –y mucho- reflejo de un hartazgo cívico frente a la corrupción, la desigualdad y la prepotencia de un gobierno minado por la corrupción que interpreta las leyes a su antojo como si fueran de su propiedad y todo él hubiera heredado el país.
Lamentable la fórmula de señalar a un movimiento ciudadano como delincuente, prepotente recurrir al castigo como forma de resolver el conflicto, arriesgado situarse en el terreno ideológico de la derecha más recalcitrante y, clarificador, muy clarificador en el peor de los sentidos, presentarse como adalid del PP y garante de sus políticas mezquinas en lugar de abrir camino a la concordia.
Pero, ¿alguien sensato se esperaba otra cosa? Su intervención fue tan previsible como ramplona. Y lo peor, estuvo a la altura de ese Gobierno al que salió a defender, sin otra muestra de crítica, sin elevarse por encima de los intereses más inmediatos.
Su discurso estuvo muy alejado de postulados humanistas -tan necesarios ahora- y a años luz de la realidad que es el día a día de la ciudadanía. No hubo ni un puente tendido a la convivencia sino más leña al fuego de la crispación de todos y la humillación de quienes discrepamos.
Es de imaginar que todavía habrá quienes esperan de una aparición del rey en la televisión, la exhibición de un ser superior que ofrecerá una magnífica solución a los problemas de la gente. Pero no, lo que quedó más claro, aún más claro si ello es posible, es la demostración empírica de lo innecesario de la monarquía.
Se dice que los ciclos históricos mueren y se disuelven en un caldo de corrupción, de incompetencia y de cobardía política, que dan paso a nuevas épocas más esperanzadas y más dichosas».
FUENTE: Ateneo Republicano Puerto Real