Acabaremos de desgranar en estos párrafos el contenido del artículo que publicamos bajo el mismo título de éstos que hemos venido presentando en estas últimas semanas (y que son una adaptación a este medio del texto original) hace ya unos años (en 2010) en el libro colectivo que fue editado en homenaje al arqueólogo gaditano Francisco Sibón Olano, excavador (conjuntamente con el colega Enrique García Vargas, de la Universidad Hispalense) del Horno romano de “El Gallinero”, unos trabajos desarrollados en los primeros años de la década de los noventa del siglo pasado; nuestro artículo se publicaría -como hemos apuntado- en el libro titulado “Las Necrópolis de Cádiz. Apuntes de Arqueología Gaditana en Homenaje a J.F. Sibón Olano” (entre las páginas 585 y 607 del mismo), volumen coordinado por las colegas Ana Niveau de Villedary y Verónica Gómez, y editado por la UCA en 2010; en dicho texto procurábamos acercarnos al papel que la investigación desarrollada por los referidos arqueólogos Sibón y García en el Horno de El Gallinero ha jugado en la historiografía local más reciente, pues consideramos ello contribuyó a marcar un antes y un después en lo que atañe a la mayor sensibilización del público local en general en relación con el Patrimonio Histórico y Arqueológico de Puerto Real.
Puede decirse que (centrada nuestra atención en los artículos de carácter histórico) la difusión histórica sistemática en (y sobre) Puerto Real arrancaría con los artículos publicados por A. Muro en la revista local “Marcador” a mediados del S. XX. El mismo autor haría igualmente sus contribuciones a este campo con sus trabajos publicados en prensa provincial en los años 60, 70 y 80 del pasado siglo, trabajos que fueron en buena parte editados en forma de libro en 1983 bajo el título Puerto Real entre el pinar y la mar, publicado bajo los auspicios de la entonces Caja de Ahorros de Cádiz. La década de los noventa nuevamente vino, tras algunos años en los que sólo son de mencionar algunos ejemplos aislados, a proporcionar un marco para la difusión histórica (llevada a cabo de manera regular y sistemática) en la localidad empleándose para ello cabeceras de prensa local y provincial o publicaciones divulgativas locales. Se han sucedido nombres de historiadores que de forma regular se han encargado de abundar en esta tarea, iniciada en su momento por A. Muro, bajo la cobertura de dichos medios de prensa, como Iglesias (desde finales de 1994 hasta principios de 1996) o Parodi (desde febrero de 1996), junto con otras colaboraciones más esporádicas y puntuales, dignas de mención por cuanto partícipes de un esfuerzo común.
La tarea de divulgación histórica realizada a través de estos formatos ha venido cumpliendo un notable papel en la difusión de los valores del Patrimonio Histórico local, representando la excavación y estudio del Horno Romano de El Gallinero un hito referencial en este sentido, ya que dicha intervención arqueológica ha venido a constituir un antes y un después en la consideración del Patrimonio Arqueológico en Puerto Real. La excavación de El Gallinero (entre 1991 y 1993; García y Sibón, 1995, 124-ss.; García, 1996, 33-ss.) y los productos que ésta generó (en forma de textos -recogidos en la Bibliografía de éste) fueron el punto de partida para una mayor sensibilidad de la ciudadanía portorrealeña en lo relativo a su Patrimonio Arqueológico: una ciudad, una Villa de fundación real creada como tal en la Andalucía de las postrimerías del XV (y por tanto de la Edad Media) encontró –tras unos primeros pasos en este sentido en los mediados del siglo XX– unas nuevas (y a la vez antiguas) señas de identidad merced a sus yacimientos arqueológicos [fundamentalmente] de época romana; la ocupación del territorio en la Antigüedad, puesta de manifiesto ya no por referencias tópicas pero vacías, sino por la constatación evidente (pétrea) de elementos tangibles (los yacimientos arqueológicos) contribuyó –aparejada con la labor de divulgación llevada a cabo desde las cabeceras de prensa– a potenciar una sensibilidad incipiente, dando forma a una concepción diferente y más completa de la propia identidad y realidad históricas de Puerto Real no ceñida ya sólo a un período de quinientos años de historia local, sino ampliada a un pasado más lejano en el tiempo pero inmediato en la realidad efectiva de sus manifestaciones evidentes: sin lugar a dudas, la presencia de un yacimiento como el de El Gallinero en el contexto físico del casco urbano de Puerto Real vino a representar para el conjunto de la población la definitiva evidencia de un pasado romano en el territorio, si no de la hipotética continuación y sostenibilidad del doblamiento en estas tierras desde períodos muy anteriores a los tradicionalmente considerados, coadyuvando igualmente a romper los [ficticios] hiatos históricos (i.e., lo relativo al período medieval prefundacional) que habían venido prevaleciendo cimentándose en un discurso del silencio parcial e inexacto.
Contar con una fecha fundacional en la historia propia de una localidad puede ser una aparente curiosidad (pese a las repoblaciones y fundaciones de época medieval en ámbito castellano, no es lo más común que una ciudad cuente con un “año cero”); pero ello puede al mismo tiempo venir a representar un lastre (por tópico) en la construcción del imaginario colectivo común, y, por añadidura, de la propia Historiografía local: En el caso portorrealeño, tras décadas en las que el tópico localista se materializaba en el enunciado “Puerto Real fue fundada por los Reyes Católicos en 1483…”, venía a ponerse de manifiesto de manera evidente en pleno casco urbano (no ya en uno u otro paraje del término municipal, en ámbito rústico y por ello aquejado de un sustancialmente reducido efecto de visibilidad) la solidez del pasado romano, de largo anterior a la fundación del XV, preterida ya como fecha inicial para el poblamiento en el arco costero interior nororiental y oriental del saco sur de la Bahía gaditana. De este modo, frente a una aparente realidad construida sobre las bases de unos u otros tópicos historiográficos (el “Portus Gaditanus”, de una parte, y la asimilación entre conceptos tales como “poblamiento” y “fundación regia”) existentes en Puerto Real, la excavación y consiguiente “aparición” de la figlina de El Gallinero vino a desmontar dichos tópicos, contribuyendo a modificar y completar las perspectivas identitarias locales, así como a enriquecer el panorama de la investigación y la difusión histórica en la ciudad.
Desde una perspectiva general, y por lo que respecta a la Arqueología, los dos últimos decenios del siglo pasado han representado el punto de arranque de los estudios (y publicaciones) sistemáticas en este campo concreto. Las excavaciones en el yacimiento de “Puente Melchor” (sitio arqueológico articulado, complejo y fundamental en el contexto de la Bahía de Cádiz y aún en la Bética romana, clave para comprender la producción, los intercambios y, por extensión, la dinámica económica de este marco privilegiado de la Romanidad en Hispania y en el Occidente del Imperio entre los siglos I y V d.C., cuando menos) así como el hallazgo de la así denominada “Villa del Mosaico” (emplazada físicamente entre el propio yacimiento de Puente Melchor y el moderno núcleo humano del Barrio de Jarana) en el verano de 2004 (y la consecuente excavación del yacimiento) han confirmado (por si falta hiciera) el peso de la presencia romana en la zona Puente Melchor-Barrio de Jarana, esto es, en el núcleo central del arco costero interior de la Bahía de Cádiz; la presencia de yacimientos como el mencionado de “Puente Melchor” (que registra niveles de actividad entre los siglos I y V de la Era, recogiendo desde necrópolis a figlinae)[1], “Campo de Golf” (con estructuras constructivas romanas)[2] o “Pinar de Villanueva” (ya estudiado por Jiménez Cisneros) viene a determinar la existencia de un área de concentración de estructuras (de producción y habitación) romanas que encontraría en la “Villa del Mosaico” el –hasta el momento presente– máximo exponente en lo relativo a la ocupación de esa franja del término municipal de Puerto Real, sin descuidar la existencia de otros sitios arqueológicos como el de El Gallinero, consecuencia y muestra de la ocupación romana del territorio.
Las intervenciones arqueológicas en la zona (a la que nos hemos atrevido a denominar “Zona Arqueológica Puente Melchor-Barrio de Jarana”)[3] en la que se encuentra la “Villa del Mosaico” se vienen desarrollando de manera continuada desde la década de los noventa del siglo XX, pero ya a mediados del mismo siglo se registraron excavaciones en dicho entorno, como las efectuadas por Jiménez Cisneros (1955, 1958, 1971), que encontrarían paralelo en la excavación del relativamente cercano yacimiento del “Olivar de los Valencianos” realizada por Campano Lorenzo ya en los años 90 (1991, 1994) y el precedente trabajo de López de la Orden en este último yacimiento (años 1979-1980) o en el estudio del yacimiento del “Cerro de Ceuta” publicado por Lagóstena (1993); las tareas de prospección sistemática del término municipal de Puerto Real (en el que se encuentra el arco costero oriental de la Bahía) llevadas a cabo a finales de la década de los 80 (Lazarich et al, 1989-1991; Alonso, 1990-1991) del pasado siglo XX arrojaron nueva luz a su vez sobre la ubicación de no pocos yacimientos romanos de este término municipal; cabe señalar igualmente que los estudios arqueológicos sobre la zona de Puente Melchor (así como sobre el Barrio de Jarana y el Pinar de Villanueva) han continuado en los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI (Alonso y Rodríguez, 1994; García Vargas 1996, 1998, 1999, 1999b, 2000; García Vargas y Lavado, 1995, 1996; Lagóstena 1993, 1997; Millán y Lavado, 2001; Pérez y Sánchez, 1994, 1997).
Como apunte, señalaremos que Puerto Real cuenta con sitios arqueológicos como Cerro de Ceuta, Villanueva, Puente Melchor, Fábrica Lavalle, El Gallinero, el Olivar de los Valencianos, Torrealta “A”, Torrealta “B”, La Zarza, La Cantera de Lavalle, el pecio del Bajo de La Cabezuela, Río San Pedro, Cerro de los Caracoles, El Carvajal, Santo Domingo, la Casa de la Tinaja, Casines, El Carpio Chico, El Almendral, Malas Noches, la Hijuela de la Cantera de Lavalle, el Hospital de la Misericordia (el Hospital), el de la calle San Francisco (Plaza Descalzos), la Pinaleta de Derqui, La Esparraguera, El Pinar, Los Barreros (o La Arriaga), El Retamar, el Caño de Zurraque, la Casa de la Laguna Seca, El Tejarejo, la Finca El Aguijón, Las Mimosas, el Cerro de las Tinajas, el Barrio de Jarana (muy probablemente el pago Sacrana o Sacranense de época romana), el Km. 666 de la antigua carretera N-IV, el Pinar de Villanueva, el Campo de Golf, la Villa Romana del Mosaico del Barrio de Jarana, La Romera o El Pedroso; si en esta relación no están todos los que son, sí son todos los que están, de acuerdo con García Vargas, Ramos Muñoz, Fornell o Lagóstena (entre otros).
La aparición (en verano de 2004) en terrenos situados a uno de los márgenes de la antigua carretera N-IV de un mosaico romano, hallazgo enmarcado en el conjunto de las obras del desdoble de la referida carretera (la antigua N-IV queda como vía de servicio del propio Barrio de Jarana, habiéndose replanteado el trazado de la nueva autovía de manera que salvase el yacimiento; así, gracias a la reconsideración de la traza de la autovía fue posible salvar el yacimiento para su conservación.), ha venido a destapar un tarro de esencias (sic) milenario, sacando a la luz no sólo una magnífica pieza musiva, sino la punta del iceberg de una no menos significativa zona arqueológica cuyo conocimiento viene tomando forma desde mediados del ya pasado siglo XX y que ha ido conformándose en torno a yacimientos antaño considerados quizá como elementos puntuales y que hoy deben ser entendidos como un conjunto integral de hitos interrelacionados, activos a lo largo de diversos siglos de nuestro pasado romano y protagonistas de una historia de interacción económica y poblacional [4]. Ha sido ya señalada con anterioridad la posible vinculación del portorrealeño Barrio de Jarana (su equivalente antiguo, es de observar) con el núcleo urbano romano de Asido Caesarina (Chic 1999, 255-ss.). Puede ser considerada la hipótesis de la continuidad de poblamiento desde la antigüedad romana hasta nuestros días en el núcleo del Barrio de Jarana, que habría pasado de la Sacrana romana a la Sarrana medieval y la Xarrana moderna hasta la Jarana contemporánea.
Consideramos, pues, que en el entorno del actual Barrio de Jarana podría ubicarse una zona de poblamiento estable romano, que quizá habría podido depender del núcleo asidonense y que, como puerto de dicho núcleo urbano en el saco interior meridional de la Bahía gaditana, habría desempeñado actividades económicas subsidiarias del mismo (repitiendo, salvas las distancias de escala, el modelo de Atenas-El Pireo o de Roma-Ostia, sin un Tíber). Creemos que la dinámica económica interna propia de la Bahía de Gades habría de este modo podido contar al menos (aunque cabría esperar más ejemplos) con un “portus” (entre cuyas funciones se cuentan las de un puerto) interior que habría podido servir para mejor canalizar la salida al exterior (y sus movimientos en la propia Bahía y su retroterra) de las producciones anfóricas representadas por figlinae como las de “El Gallinero” (factoría activa en el siglo I d.C.) y “Puente Melchor” (complejo que presenta actividad cuando menos hasta el siglo V de la Era, si no hasta los principios del VI, en un momento que cabe tildar de inmediatamente “prebizantino”) o depósitos anfóricos como el del “Pinar de Villanueva” (igualmente en el ámbito de la zona arqueológica de Puente Melchor-Barrio de Jarana) [5].
De todas las intervenciones arqueológicas en el término de Puerto Real, y no siendo quizá el yacimiento arqueológico más reseñable del término municipal portorrealeño por envergadura, extensión, o singularidad cronológica, la excavación del Horno romano de El Gallinero llevada a cabo a principios de la década de los noventa del siglo XX por los arqueólogos Enrique García Vargas y Francisco Sibón Olano, a quien ahora recordamos, ha constituido un hito singular en la historiografía local portorrealeña, y las consecuencias y efectos positivos de su impacto en el imaginario colectivo del cuerpo social de la localidad se han dejado sentir desde los mismos momentos en los que las milenarias piedras de la figlina volvieron a ver la luz, al pie de su colina, de la mano de sus excavadores.
Un trabajo arqueológico de campo (ya se trate de una excavación, de una prospección, de una inspección…) representa un objetivo (y hasta cierto punto un fin) en sí mismo, básicamente el de la recuperación de información mediante el estudio de los restos materiales en cuestión, pero este trabajo arqueológico concreto vino a marcar un antes y un después, un “Año Cero”, en la realidad arqueológica y su consideración desde el cuerpo social de un rincón de la Bahía gaditana. Las piedras de la figlina de El Gallinero, por así decirlo, causaron un impacto determinante en la ciudad en la que se encuentran insertas, de tal modo que, tras una andadura de varios lustros (los que median entre 1991 y 2008), la arqueología portorrealeña ha pasado de ser un jalón ignorado de un pasado remoto y casi ajeno, a cobrar la envergadura necesaria como para que el nomenclátor urbano se enriquezca con títulos entresacados del catálogo de los yacimientos del término local. Y ello representa un cambio de ritmo en la consideración del Patrimonio Arqueológico a todas luces evidente: de lo ignoto e ignorado, a presidir viario público y, de ese modo, a inserirse en la cotidianidad de una población.
Puede hablarse, en este sentido, de un efecto positivo, crecientemente positivo, de los valores del Patrimonio Histórico en la mente colectiva de una ciudad (si tal existe), todo lo cual contó con un momento inicial, con un peldaño primero e insoslayable: la excavación del horno romano de El Gallinero. Para Enrique y Paco un trabajo tan serio y relevante como los demás. Para Puerto Real, gracias a ambos, y especialmente a Paco (su primer impulsor), un “Año Cero”.
Bibliografía
Acompañamos el texto con dos repertorios bibliográficos, uno específicamente dedicado a los productos bibliográficos generados a partir de las excavaciones del yacimiento de El Gallinero, incluyendo los artículos de carácter divulgativo publicados en medios de prensa locales o provinciales, y un repertorio sucinto de bibliografía sobre la Antigüedad en Puerto Real; para mayor exhaustividad en lo relativo al segundo apartado pueden consultarse (en relación con la Bibliografía Histórica portorrealeña) los trabajos de Parodi Álvarez (e.g., 1994, 1999, 2000 y especialmente 2002 y 2006) recogidos en esta Bibliografía.
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Artículos de divulgación histórica específicamente dedicados al Horno Romano de El Gallinero (publicados en el quincenal local “Puerto Real Información”)
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– “A vueltas con el yacimiento del Gallinero”, 04.IX.1997.
– “El yacimiento romano de ‘El Gallinero’: una asignatura pendiente”, 05.II.1998.
– “El yacimiento romano de “El Gallinero”: una asignatura pendiente (II)”, 23.VII.1998.
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Artículos de divulgación histórica con referencia a El Gallinero. Serie “Tesoros Olvidados” (en adelante, “T.O.”; publicados en “Puerto Real Información”)
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– “T. O. LVI. Presencia Romana… (IV) MEVII FAVSTI (III)”, 24.XII.1998.
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-”T.O. LVIII. Presencia Romana… (VI). MEVII FAVSTI (V)”, 21.I.1999.
– “T.O. LIX. Presencia Romana… (VII). MEVII FAVSTI (VI)”, 04.II.1999.
– “T.O. LX. Presencia Romana… (VIII). MEVII FAVSTI (VII)”, 18.II.1999.
– “T.O. LXI. Presencia Romana… (IX). MEVII FAVSTI (VIII)”, 04.III.1999.
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– “T.O. LXXI. Presencia Romana… (XVI). La Antigüedad publicada (I)”, 22.VII.1999.
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– “T.O. LXXVII. Presencia Romana… (XIX). Esteros, Canales y Caños (II)”, 14.X.1999”.
– “T.O. LXXVIII. Presencia Romana… (XX). Esteros, Canales y Caños (III)”, 28.X.1999.
– “T.O. LXXIX. Presencia Romana… (XXI). Esteros, Canales y Caños (IV)”, 11.XI.1999.
– “T.O. LXXX. Presencia Romana… (XXII). Esteros, Canales y Caños (V)”, 25.XI.1999.
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Parodi Álvarez, M. J. (2001): Ríos y lagunas de Hispania como vías de comunicación. La navegación interior en la Hispania romana. Écija-Sevilla.
Referencias:
[1] En la muy fructífera -desde un punto de vista arqueológico e histórico- zona de Puente Melchor ha sido descubierta una necrópolis romana; excavada por Mª L. Lavado Florido, los resultados de dicha excavación fueron presentados por su excavadora en el marco del Congreso Internacional “FIGLINAE BAETICAE. Talleres Alfareros y Producciones Cerámicas en la Bética Romana, ss. II a.C. – VII d.C.”, celebrado en Cádiz entre los días 12 y 14 de noviembre del año 2003, las Actas del cual están recogidas en el número correspondiente de los British Archaeological Reports (B.A.R.) de 2004 [Figlinae Baeticae. Talleres alfareros y producciones cerámicas en la Bética romana (s. II a.C.-VII d.C.). Actas del Congreso Internacional. Cádiz, 12-14 de noviembre de 2003. BAR International Series 1266, 2004 (II vols).
[2] Este yacimiento, situado en las inmediaciones de la zona Puente Melchor-Barrio de Jarana, ha sido, junto a la “Villa del Mosaico”, el de más reciente intervención, hasta el momento de redacción de estas líneas en 2008, en término portorrealeño.
[3] Y que comprendería no sólo los dos hitos mencionados, sino también y en buena medida los terrenos donde se encuentra el campo de golf (y aledaños) y más: en el pago de “Malas Noches” encontramos otro núcleo arqueológico a considerar, sin olvidar la proximidad a esta zona de yacimientos de distintas épocas como los de “Cerro de Ceuta”, “Olivar de los Valencianos”, o “El Retamar”, por no hablar de los que se encuentran en los aledaños de la carretera de Medina, pertenecientes a un horizonte cultural contemporáneo y común al de la mayoría de los citados, esto es, al Mundo Antiguo esencialmente (y a la romanidad en particular).
[4] El mosaico se encuentra en el Museo Arqueológico Provincial de Cádiz para su restauración y conservación [en 2016, cuando se publican estos párrafos en “Puerto Real Hoy”, el mosaico se encuentra ya expuesto en el referido Museo Provincial]; fue hallado en el verano de 2004 en las excavaciones dirigidas por Mª L. Lavado Florido.
[5] En relación con la existencia de portus públicos y/o privados en el entorno de la Bahía de Cádiz -y por ende y reducción, de su arco costero interior oriental, i.e., del T.M. de Puerto Real-, Parodi , 2006, 94, nn. 27 y 28.