En los artículos anteriores hemos podido aproximarnos al ámbito de las relaciones económicas existentes entre el actual territorio de Puerto Real y otros ámbitos peninsulares (caso del Noreste) y extrapeninsulares (como la Galia y el Norte de África) en el tránsito entre las Eras (hace dos mil años). Continuaremos en esta nueva entrega con otro jalón de esa historia particular de los MEVII FAVSTI, el colectivo familiar y empresarial romano que venimos considerando y que tan estrechas vinculaciones mantendría con el actual territorio portorrealeño. Si hemos ido rastreando con anterioridad la presencia de los MEVII en diversos tituli de ánforas halladas en Puerto Real (Puente Melchor), Ampurias y Badalona (Cataluña), Sala (Marruecos) y Saint-Roman-en-Gall (Francia), hoy trataremos de abordar la existencia de otros tituli de esta familia que nos permitan acercarnos a otro aspecto más de la verdadera dimensión de sus relaciones comerciales.
Un elemento más a tener en cuenta será el titulus de P. MEVIVS FAVSTVS aparecido sobre un ánfora olearia hispana (una Dressel 20) en la mismísima ciudad de Roma, en los Castra Pretoria (es decir, en el acuartelamiento de la muy famosa Guardia Pretoriana) y cuya cronología nos sitúa plenamente ya en la primera mitad del siglo I d.C. Los comienzos de la exportación de aceite bético a Italia y la frontera fortificada del Rhin (principales receptores de las producciones olearias hispanas en el Imperio) habrían comenzado cuando los olivos (las raíces de cuya plantación masiva han de ser buscadas en la introducción de Hispania en la esfera de la economía productiva del estado imperial, así como en la presencia real de colonos itálicos en la Península Ibérica, a partir de la actuación de Julio César en Hispania) pudieran rendir fruto, varios años después de su implantación[1].
De este modo, con ese P. MEVIVS FAVSTVS de los Castra Pretoria encontraremos un eslabón sólido que nos conducirá directamente desde los Mevii de mediados-fines del siglo I a.C. (Badalona, Ampurias, Sala) hasta sus parientes portorrealeños (activos en la segunda mitad del siglo I d.C.), con la singularidad además de que en el caso de P. MEVIVS FAVSTVS (el titulus hallado en Roma) observamos una plena correspondencia con L. ME. FAVS (…) (de Puerto Real) en nomen y cognomen, difiriendo tan sólo en el praenomen (el praenomen equivaldría al nombre personal de cada individuo, el correspondiente a nuestro “nombre de pila”, siendo especialmente el nomen y el cognomen (esto es, el segundo y tercer elementos del trianomen clásico latino) los elementos del nombre encargados de señalar la adscripción de un individuo determinado a un grupo familiar u otro).
Todo ello (esta coincidencia de nomen y cognomen) nos lleva a pensar en la existencia de unos estrechos lazos de parentesco entre unos y otros Mevii, especialmente porque se trataría de exportadores de productos béticos, y si bien la producción de aceite en el contexto de las tierras de la Bahía de Cádiz durante el Alto Imperio se ha venido considerando como una actividad secundaria frente a la producción y puesta en mercado de salazones de pescado y sus derivados (o aún frente a la del vino y los suyos), no podemos olvidar cómo la salazón no puede ser considerado -ni mucho menos- como una suerte de “producto único” (así ya M. Beltrán señala la fabricación de ánforas olearias del tipo “Dressel 23B” en el actual territorio de Puerto Real en el siglo III d.C., con lo que ello vendría a indicar, por cierto, acerca de la existencia de una producción de aceite destinada no sólo a la provisión del abasto local, sino incluso a su comercialización exterior (y a tenor de ello el empleo de contenedores cerámicos para este menester) así como acerca de la continuidad de esas producciones oleícolas en el tiempo (más allá de la tantas veces aducida crisis económica del Imperio Romano en el siglo III), de manera que el radio de acción y de intereses de estos MEVII vendría a reflejarse del mismo modo en que lo hacen sus “apellidos”, o, dicho de otro modo, la presencia y distribución por distintos, dispares y lejanos ámbitos (en lo espacial) y su secuencia (su diacronía en lo cronológico) de los nomina (y cognomina, donde sucede) de estos MEVII FAVSTI puede estar hablando de la distribución de sus actividades económicas, siendo un reflejo del desarrollo y presencia de las mismas en la Romanidad entre los siglos I a.C. y I. d.C., por lo que hemos visto hasta ahora.
Una semana más seguiremos encontrando las huellas de la Romanidad en el término de la Real Villa, unas huellas que nos llevan además hasta otras regiones del Imperio, dentro y fuera de la Península Ibérica, y todo ello a lo largo de más de un siglo de intensa actividad comercial, poniendo palpablemente en evidencia no sólo la presencia de poblamiento humano en el solar portorrealeño en la Antigüedad, un hecho ya sobradamente probado, del que son prueba los yacimientos del moderno término municipal de Puerto Real), sino también el papel económico que en la Andalucía Antigua, por así decirlo, pudieron jugar las tierras de nuestro actual término municipal.
Hemos tenido oportunidad ya -insistimos- de contemplar la sólida presencia de los MEVII no sólo en Puerto Real, sino también en Marruecos, Italia, Francia…, pero no agotamos con estos ejemplos el cupo de los MEVII que nos interesan. Volviendo al área nororiental peninsular (la Cataluña romana y, también, el Sur de la Galia), encontraremos las marcas (los tituli) “Q. MEVI” y “MEVI” (en la forma simple y con nexo de unión entre las letras “M” y “E”); la marca “Q. MEVI” la encontraremos en la localidad catalana de Palamós, mientras “MEVI” aparece, ya en Francia, en el yacimiento de Ruscino y en el yacimiento subacuático del pecio denominado “Cap Bear 3” (un barco romano hundido al Sur de Port-Vendres, en los Pirineos Orientales), sobre ánforas vinarias de origen tarraconense del tipo “Pascual 1”; por último cabe señalar el titulus “MEVI” (con nexo entre la “M” y la “E”), que aparece asimismo en el Sur de Francia, en Gruissan, también sobre contenedores anfóricos del tipo “Pascual 1”.
La cronología de estas ánforas de la actual Cataluña y de la Francia meridional se remonta al período comprendido entre el último cuarto del siglo I a.C. y los principios de la Era, como sucedía en el caso de las ánforas de este mismo tipo y con tituli de los MEVII halladas en Badalona y Ampurias (también en el Noroeste Peninsular); podemos de esta forma observar las líneas del tráfico comercial de las producciones vinarias tarraconenses, desde la Hispania Romana hacia los mercados de las Galias (y hacia la península italiana, por la ruta costera gala), así como identificar en estos MEVII a unos integrantes del mismo grupo familiar al que pertenecerían los ya contemplados con anterioridad con presencia en el Noreste español (o sus inmediatos descendientes), en las ciudades antiguas de Baetulo (Badalona) y de Emporion (Ampurias), como habíamos contemplado en párrafos anteriores de esta serie.
De esta manera se refuerza el papel desempeñado por esta familia en lo que habría sido la producción y la puesta en comercio del vino de la Provincia Tarraconense en la transición de las Eras, al tiempo que puede identificarse una notable presencia de los Mevios en el Noreste de Hispania, al parecer más especializada en la producción y comercio de vino, frente a la (por así llamarla) “rama portorrealeña” de dicha familia, que parecería mostrar una mayor diversificación en sus actividades, producciones e intereses de mercado, puesto que a las salazones y salsas saladas de pescado (el famoso garum, con sus variantes y derivados, producto “estrella” de la costa gaditana, según los tratadistas de economía romanos, como Estrabón), representadas en este caso por las ánforas (por los contenidos que pudieran haber albergado dichas ánforas, más bien) de los tipos “Dressel 8”, y “Beltrán IIA” del actual término municipal de Puerto Real, así como quizá también por el tipo “Dressel 12” hallado en Saint-Romain-en-Gall (Francia), habrían de sumarse el vino y sus derivados (representados por las “Dressel 1 B-C” de factura gaditana -posiblemente portorrealeña- encontradas en la localidad de Sala, en el Marruecos atlántico) e incluso el aceite (con el titulus familiar sobre una “Dressel 20” hallado en los Castra Pretoria, en el corazón de la propia capital del Imperio, en Roma).
Referencias:
[1] El olivo no llega a la Península Ibérica de la mano de Roma, ciertamente, pero la producción masiva de aceite con vistas a un mercado superior se acelera con la implantación de los modos económicos romanos, con la integración de Hispania (especialmente del Sur bético y del Levante tarraconense) en los horizontes económicos romanos, a partir singularmente de los siglos I a.C. y I d.C.